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Torre, sí; torre, no
Carta del director ·
La tramitación para la construcción del hotel en el Dique de Levante está en su recta final y se prevé una mayor presión de los contrarios a su ejecuciónSecciones
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Carta del director ·
La tramitación para la construcción del hotel en el Dique de Levante está en su recta final y se prevé una mayor presión de los contrarios a su ejecuciónEl proyecto del hotel en la plataforma del Dique de Levante del Puerto de Málaga, diseñado como una torre de 117 metros y 27 plantas, está en la recta final de su tramitación, a falta del informe definitivo del Ministerio de Transportes y de la ... posterior aprobación por el Consejo de Ministros. Los promotores ven cerca la meta, aunque son conscientes de que en estos últimos metros hay aún obstáculos que salvar. Atrás queda una complejísima tramitación de más de cinco años en el que han intervenido todas las administraciones públicas. Enfrente, un grupo de personas contrarias al proyecto que, como es lógico, intensificarán en las próximas semanas y meses su presión para intentar impedir su ejecución. La última baza que les queda a los que se oponen a la torre es conseguir que el proyecto encalle en el Ministerio de Fomento o en el Consejo de Ministros, no tanto por cuestiones técnicas –el proyecto ha superado todos los requisitos– sino más por razones estéticas o ideológicas. Sea como fuere, la realidad es que ni unos ni otros pueden cantar victoria hoy.
Ya lo dijo recientemente Ramón Calderón, representante en España del fondo catarí Al Alfia Holding: «Queremos hacer una inversión importante; si nos dejan, se hará, si no, nos iremos a otro sitio. Málaga es un destino importante y si no quieren que vayamos, pues no lo haremos».
De hecho, el proyecto ha contado y cuenta con el respaldo de los dos últimos presidentes de la Autoridad Portuaria de Málaga, Paulino Plata (PSOE) entonces y Carlos Rubio (PP) ahora; del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; del presidente de la Diputación, Francis Salado; del presidente de la CEA, Javier González de Lara, y de un sinfín de personajes relevantes de la ciudad y la provincia. La idea esencial para estos es que el proyecto tiene unos beneficios importantes dentro del modelo turístico de excelencia que busca Málaga y puede contribuir al desarrollo de la ciudad como marca de un turismo de calidad. Es una opinión generalizada que Málaga necesita un proyecto de este tipo.
Quienes se resisten a esta obra alegan el impacto visual que tendría en la Bahía, lo cual a priori es absolutamente respetable, porque sobre gustos no hay nada escrito. Tan lícito es que ese hotel parezca horrendo ahí como que a otros les parezca bonito y que, incluso, mejoraría el entorno portuario y de La Malagueta. Ahí, en realidad, hay poco que discutir.
La cuestión que nos ocupa es qué herramientas y argumentos se utilizan para defender una y otra posición. Y ello sin tener en cuenta que, al igual que hay personas a las que no les gusta el proyecto, también hay muchas a las que sí. Es por tanto una cuestión de riesgo entrar a analizar las formas de presión y en la desinformación.
Por un lado, los promotores han cumplido la ley y las normas urbanísticas que permiten esa construcción en el Dique de Levante. Además, cuentan con el apoyo del Pleno del Ayuntamiento de Málaga. Es decir, a los promotores poco se les puede reprochar más allá del gusto estético. Por otro, aquellos que se oponen a la torre están en su derecho a explicar sus razones, pero siempre que sea a través de una información veraz y cierta.
Hoy por hoy, seamos serios, no hay un clamor ciudadano contra la torre del Puerto. Ni tampoco a favor. La concentración de los opositores apenas reunió a 300 personas y la recolección de firmas a 16.000, cifra que en estos tiempos digitales son ciertamente irrelevantes, teniendo en cuenta además que muchas de esas firmas proceden de todos los rincones de España.
Son conocidas además la filias y fobias de algunos de los más activos contra la torre. De hecho, hay enfrentamientos personales y conocidos de algún arquitecto con el autor del proyecto y presiones internas en alguna asociación para pronunciarse en contra del hotel. Es decir, en todo esto también hay mucho interés y mucha animadversión personal y mucho ego que poco tienen que ver con el proyecto y su aportación a la ciudad.
Pero la política de hoy se juega en el terreno inmediato de la redes sociales y hay políticos que se dejan intimidar, para un lado o para otro, con pasmosa facilidad, hecho que evidencia su verdadera capacidad, presente o futura, como gobernantes. Hay que recordar, y esto enerva y saca de quicio a más de uno, que los grandes proyectos ciudadanos suelen tener el rechazo inicial de parte de la ciudadanía: lo tuvo la peatonalización de la calle Larios o la construcción del edificio de La Equitativa; incluso la demolición del silo del Puerto. Ha pasado siempre, en proyectos como el Kursaal de Moneo en San Sebastián, el Guggenheim en Bilbao, la Torre Agbar de Barcelona, la torre Pelli de Sevilla o la recurrente Torre Eiffel, en los que un sector de la población se mostró ferozmente en contra. Ahora también hay una relación de firmas del mundo de la cultura, sobre todo de Madrid capital, que se oponen al proyecto o simplemente se oponen a la foto del proyecto. Me consta que en alguno de los casos, quizá el más ilustre, se hizo vía teléfono: «Me llamaron y me dijeron que era un disparate. Me mandaron la imagen y como estoy en contra de estas construcciones...». Pues eso. Y así todo. La ciudadanía es más inteligente que todo eso.
Esta iniciativa, más allá de que salga o no adelante, debe hacernos reflexionar sobre los procedimientos y, especialmente, sobre actuaciones que afectan a toda la ciudad. Es muy importante entonces poner en valor el papel de la corporación municipal del Ayuntamiento de Málaga a la hora de tomar decisiones sin dejarse presionar y sin esconderse detrás de lo que llaman consultas populares, que no es más que un atajo para intentar ganarse a la opinión pública. ¿Qué prefiere usted: un hotel de cemento para ricos o un jardín en el dique de Levante para los ciudadanos? Claro que detrás de esta pregunta habría matices y un amplio contexto que, probablemente, no se lograría explicar.
Si hay algo que pedirle a los representantes municipales es que hagan su trabajo, que lo hagan bien y que tomen decisiones sin esconder la cabeza. Que expliquen por qué están a favor o por qué no. Y que asuman sus opiniones, en un sentido o en otro, sin miedo a que les critiquen. Uno tiene la sensación de que en este caso hay posturas irreconciliables porque se trata de formas diferentes de entender la ciudad, el desarrollo y la vida. Y ambas, en base a sus criterios, tienen sus razones.
Que se haga el hotel o que no se haga. Pero lo importante es que no nos engañen ni manipulen. Por eso, en mi caso particular, ni me impresiona una lista de firmas de la cultura recolectada a golpe de WhatsApp por Madrid ni tampoco los apellidos de la familia real catarí. Lo que sí reclamo es información seria y rigurosa sobre los beneficios, oportunidades, debilidades y riesgos de un proyecto de tanto calado para la ciudad. Sin complejos y sin prejuicios.
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