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La foto es para enmarcarla. Estoy esperando a que terminen las obras para pedirle a Ñito Salas, un fotoperiodista de SUR indispensable y con el que tengo el orgullo de trabajar, que la repita. Entonces, me la bajaré en alta resolución, para sacarla en papel ... y definitivamente meterla en un marco. Está tomada desde el dique de Levante, y en primer término se ve la Farola; detrás, la Catedral y, al fondo, las dos torres que el estudio Morph diseñó para la antigua explanada del rastro de Martiricos, que ya sólo se reconoce por la cercanía al río, a la Escuela de Idiomas y a la Rosaleda.
Afanados estábamos, y seguimos estando, en mirar al dedo que apunta al horizonte (ya saben aquello de cuando el sabio señala la Luna) y al supuesto estropicio que se avecina para la perspectiva de la Bahía por culpa de la temida Torre del Puerto... Que de la noche a la mañana se nos han colado estas otras dos por detrás, con toda la grandeza de su metáfora. Ahora sí ha cambiado para siempre la postal de la ciudad histórica, mucho más de lo que lo pueda llegar a hacer nunca el denostado proyecto de Seguí.
Entiéndase, que a mí me parecen estupendas todas las edificaciones en altura que están proyectadas o en ejecución en la ciudad, lo que me resultan es demasiado bajitas para lo que yo haría. Lo que me llama la atención es que a la corte de expertos en paisajismo, a los asesores de la Unesco y a los defensores del horizonte purista malagueño se les haya colado por detrás no uno, sino dos pedazos de bloques de pisos, que ya rivalizan en visibilidad y reconocimiento con la mismísima Catedral. Les animo a que este fin de semana, que seguirá siendo verano, practiquen un poco de «turismo de ascensores», que es como llama mi maestro Javier Barrera a cuando lo llevo a tomar copas y vistas a las terrazas de los hoteles. Así comprobarán lo que les digo.
Y para qué hablar del proyecto de Torre del Río, en la zona de la Térmica, cuyas imponentes estructuras ya son visibles desde buena parte de la zona oeste, y lo que les queda. Lo mismo que pasa con la de la Princesa. Al menos, en el caso de la plataforma del Bosque Urbano, el motivo para oponerse a las nuevas construcciones es el deseo de extender el parque previsto a toda la parcela de Repsol, algo que es una causa perdida, aunque con un fin noble.
En Málaga se están levantando torres por todas partes, y en algunos casos, como se ha visto, con un importante impacto visual sobre el entorno histórico preexistente. Pero de ellas, sólo hay una que molesta... porque sí.
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