Tijeritas vive y los bulos, también

Hemos perdido la capacidad de discernir. Peor aún, ya no existe ni la voluntad de hacerlo. Por encima de la verdad, lo que importa es ser el primero en compartir una noticia, en enviarla al grupo de colegas, en colgarla en las redes. Si es dramática o escatológica, mejor. Luego ya, si eso, se comprueba su veracidad. Pero es secundario, no hay tiempo que perder. Por el camino, como pasa con todas las 'fake news', unos descubrirán que todo es mentira, pero muchos otros no. Y así nos va. Lo realmente preocupante, lo que asusta, es que si esta 'noticia' corre de whatsapp en whatsapp con una mala falsificación, qué no nos colarán con la refinada y perfeccionada Inteligencia Artificial.

Sobra decir que Tijeritas está vivo. No pasa por su mejor momento, también es verdad, pero está con su familia poniendo orden en una vida que coquetea con los excesos para volver a los escenarios. Probablemente ni se haya enterado de este follón que se ha armado. Está totalmente ajeno a las redes sociales, no sabe -según su hijo- lo que es Instagram ni mucho menos TikTok, la plataforma donde su nombre suena con más fuerza. Él es de una generación en la que el mayor orgullo de un cantante era estar bien a la vista en el expositor de casetes de la gasolinera. Y siempre estuvo ahí. Esto de que cualquiera suba una foto o un vídeo y te convierta de inmediato en 'viral', 'trending topic' o 'tendencia' le suena a chino. Por eso le pasa lo que pasa y alguna que otra noche, sin ser consciente, le han grabado cantando a quien se lo pide en las calles del centro de Málaga. No quiere nada a cambio, otra cosa es que se lo den.

Tijeritas no es la primera persona a la que matan antes de muerto. José Luis Perales, Miguel Bosé, Felipe González, Shakira, J.K. Rowling, Vargas Llosa, Benedicto XVI... Suma y sigue. Habrá que quedarse con el lado positivo: solo mueren en falso los importantes.