Se cerró el verano como se cierran los peores episodios de nuestras vidas. Camaleones y cabras achicharrados. Y los pueblos de Sierra Bermeja llorando. Y ... una familia de Almería que ha perdido a un héroe. Es el balance desolado del incendio, y eso que llegó la lluvia tras las plegarias de España entera, del mundo entero, que ya conté aquí que la pira se veía desde la otra orilla del Mediterráneo y no sé si desde algún cacharro de la NASA.

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Se cerró el verano y lo peor, ahora, serán tantos vecinos que tendrán que vivir pese a que su pulmón verde haya tocado a negro. Será duro, y no, yo no encuentro consuelo. Todo atentado contra el bosque duele como un hueso malo en días de nublado, pero cuando es tu sierra cotidiana ese dolor se vuelve insoportable. Somos vulnerables, y a Zapatero hay que agradecerle que se inventara la UME: a veces el populismo hace cosas que sirven.

Quisiera que mi columna de hoy vaya a todos los que viven de la Sierra. Aunque sea de forma contemplativa. Porque falta algo, una pierna, un riñón. Mucho. Reverdecer es un verbo bello, pero suena a broma macabra en este momento. No hay palabras de consuelo, porque los naturales de la Sierra, aquel paraíso que fue, verán que todo a su alrededor es ya solo Historia.

Y luego están las cenizas, que cruzaron el Mar de Alborán y llegaron hasta las costas de África, en un viaje de vientos malos. Habría lirismo en decir que trozos de la fumarola saltaron el mar y llegaron cerca de Argelia. Habría lirismo, pero es que hablamos de una catástrofe.

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De todo esto, lo que hay que aprender está más que aprendido. De primera el reconocimiento social a agentes y bomberos forestales, a los militares. De segunda, la exigencia más enérgica a las Autoridades, a la que toque, de muchísimas más figuras de protección de lo verde. Hay recursos, pero el Medio Ambiente acostumbra a quedarse con las migajas cuando ya hasta la cosa la llaman Transición Ecológica. Ahí redunda el problema. Ahí y en que el ecologismo, en parte, siempre ha estado más cerca del esnobismo y de la performance que de sus montes. Porque hay ecologistas y ecologistas, y yo conozco a no pocos voluntarios ambientales que se dejan el espinazo repoblando pinsapitos: ahí es donde debe estar el verdadero espíritu de lo que estoy contando.

Más allá, cuesta que sea lunes y que haya que volver a la vida cotidiana en un vergel que se convirtió en páramo por los terroristas de la pira y la yesca. Yo sólo pido que jamás en la vida encuentren la paz y el gozo. Y no es venganza, es mera justicia. La que pide el mundo entero.

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