Un tercer grado a los másteres
José M. Domínguez Martínez
Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga
Sábado, 8 de marzo 2025, 22:49
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José M. Domínguez Martínez
Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga
Sábado, 8 de marzo 2025, 22:49
Hay estudiantes que, antes de comenzar sus estudios de grado, tienen ya in mente cuál es el máster que piensan cursar cuando se gradúen. Durante ... bastante tiempo, los títulos de máster, especialmente los expedidos por reputadas universidades o escuelas de negocio, han sido concebidos como la llave del éxito profesional y la credencial para acceder a unas elevadas retribuciones de forma inmediata. Ello podría ser entendible si la realización de un máster, durante uno o dos años, representara la adquisición de una formación especializada de excelencia, imprescindible para el desempeño de algunas funciones muy cualificadas.
Bastante más problemático es el papel del máster cuando se concibe como un signo para diferenciar entre graduados de titulaciones concebidas, en alguna medida, como meros trámites. Cursar un buen programa de posgrado puede ser altamente instructivo y provechoso, pero eso no implica, en modo alguno, que haya que relativizar el valor de los estudios de grado. Es en esta etapa donde se adquiere la formación fundamental que puede sustentar el aprendizaje, a lo largo de la vida, en una determinada parcela del conocimiento. Es ahí donde un universitario empieza a labrar su futuro y, con ello, también el potencial que puede llegar a aportar a la sociedad. Para optimizar el posgrado, es preciso sacar el máximo provecho del grado y, por supuesto, antes, del pregrado.
Muchas personas pueden tener ya la perspicacia de cuál ha de ser su hoja de ruta formativa, pero no hay ningún inconveniente, sino más bien todo lo contrario, en centrar antes la atención en el aprendizaje de cada una de las materias que conforman el primer ciclo universitario. Sólo una visión retrospectiva de la experiencia permite apreciar el enorme caudal de conocimientos útiles que en esa etapa pueden acumularse.
Un factor muy positivo para ello sería que la actividad docente fuera adecuadamente reconocida, en vez de verse como un apéndice menor, molesto y perturbador de la actividad investigadora. De hecho, los investigadores mejor situados por sus publicaciones en revistas calificadas como de impacto se ven 'premiados' con menores obligaciones docentes, que se consideran todas válidamente desempeñadas, sin ningún tipo de filtro. En cualquier caso, mientras no haya una separación efectiva entre las tareas de la docencia y la evaluación de los estudiantes según estándares nacionales o internacionales es complicado disponer de una referencia objetiva del nivel cognitivo alcanzado.
Al margen de lo anterior, los másteres parecen estar sometidos hoy día a una especie de tercer grado, precisamente en los dos países de mayor tradición y de concentración de la demanda internacional, Estados Unidos y Reino Unido. Así, según algunos análisis, por ejemplo, el recogido por la revista 'The Economist' en noviembre de 2024, en Estados Unidos, más del 40% de los programas de máster no proporcionan a quienes los cursan ninguna ventaja financiera, o incluso los dejan en peor situación, después de computar los costes y lo que podrían haber ganado durante su realización. En relación con el Reino Unido, un estudio concluye que completar un máster apenas tiene ningún efecto, en promedio, sobre los salarios cuando el graduado llega a la edad de 35 años. También se apunta que la proliferación de la oferta ha podido ir acompañada, en algunos cursos, por un deterioro de la calidad.
Por otro lado, la información disponible muestra que la posible incidencia en el nivel salarial varía notablemente en función de la especialidad y de la institución académica de que se trate. El semanario británico pone de relieve otra cuestión bastante relevante. Muchos de los posgraduados gozan de un alto estatus socioeconómico y han cursado sus estudios de grado en centros muy prestigiados, de manera que es probable que tengan un buen desarrollo profesional con independencia de credenciales adicionales. Una comparación homogénea requiere, por tanto, tener en cuenta las diferencias socioeconómicas de partida.
No obstante, los programas de MBA de las instituciones más prestigiadas siguen siendo muy productivos en términos retributivos, si bien no hay tantas diferencias en términos de conocimientos respecto a otros centros menos elitistas. Pero ya no hay nada que se libre de verse sujeto a un tercer grado. En un artículo publicado, hace ya bastantes años, en la 'Harvard Business Review', Warren Bennis y James O'toole afirmaban que «Hoy en día, sin embargo, los programas de MBA afrontan intensas críticas por no impartir habilidades útiles, no preparar a los líderes, no inculcar normas de comportamiento ético e incluso no guiar a los graduados a buenos trabajos corporativos». Asimismo, resaltaban que «es posible encontrar profesores titulares de gestión empresarial que nunca han puesto un pie dentro de un negocio real, excepto como clientes». No, no todo es cuestión de grados.
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