Lo peor de todo, en suma, son los cenizos y los censores. Y los terceristas. Y los que embarran a los ciclistas, y los que ... dan de comer a los gatos del Balneario y los que bajan del Trepaollas como si fuera el rally de Córcega. Y los que son peores que los 'indargorris' o los 'boixos' o los 'Riazorblues', que son los que los blanquean.
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Ahora que han vuelto los alegres chicos de la hostelería, la ciudad tiene que darse cuenta de lo que es. Una metrópoli abierta hacia el mar que precisa, como Alejandría, un Faro que pongamos que ponemos en el Puerto. Unos días que nos han recordado a la peor primavera, otro año con el Falla clausurado y querrán que yo les hable hoy de Cataluña. Pues no. Hablo de la ciudad que resiste todo, del mandil y del tejeringo. Del camarero que nunca nos eludió una sonrisa y de tantos bares que deben llevarse por lo civil y por lo criminal al Dúo Dinámico de Fernando Simón y de Salvador Illa.
Lo pasamos mal, y el azahar dará 'vaharadas' que serán heraldos de Youtube en Carretería. Esto no es un länder alemán, sino una Embajada del Paraíso con más o menos vírgenes y vírgenos, con más o menos comisiones en la tarjeta y con unos árbitros en lo del baloncesto que nos quieren hundir más de lo aconsejable. Pero no podrán, que ya no nos queda sino la Esperanza, y la pongo en mayúsculas porque lleva palio y romero y es lo que necesitamos.
No podrán los cenizos, ni los populistas, ni los ministros con cartera y sin voz; tampoco podrán robarnos los espigones que miran al mar o que miran, cerca del Cervantes, a la bóveda estrellada.
El arribafirmante anda exiliado por razones sanitarias en las alturas del Sistema Central. Olvidando niños que les nacen a sus musas y musas que olvidan quién fue su Baudelaire. Qué más da. Ya habrá tiempo para torear y vestirse del Ganso e ir a pavonearse por una Alameda que parece Las Ramblas de los años del Boom.
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Todo esto viene a que es lunes, que diría el maestro. Que han pasado el día internacional de la Radio y lo de San Valentín y que a mí, como a Valle, me han fallado la época y los días. Sin amor y sin micrófono. Por un febrero así, cálido, también se nos fue el Tito Gabi mientras yo lloraba por la zona de Toledo pensando en que los buenos momentos quedaron siempre atrás.
Llevo boina, como Villarejo, pero canto en el coro que nadie escucha. Es lunes, hay Cataluña y bares abiertos.
Hossanna en los paisanos de buena voluntad. En los empresarios de la Costa y de la montaña que creyeron en lo suyo, en los que cerraron por el secuestro civil del sanchismo. En Juan Carlos Aragón y en Manolito Sampalo.
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