Teorías y la ciudad sin esquinas
INTRUSO DEL NORTE ·
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Entre Jurassic Park y Hong Kong hay un término medio, donde está la virtudTeorías y yo solemos vagar por el centro antes de entregarnos al hedonismo mediterráneo -Mediterráneo moral, Nacho Raggio dixit- con norteños foralistas. Ese centro donde un animal de centro (sic) como mi amigo Teorías va saludando a tipos verdaderos y a otros que intentaron venderle la Catedral a un guiri en un relato que, de tan rocambolesco, lleva camino de ser cierto.
Málaga en el fondo es es eso: una sucesión de historias y de la propia Historia -perdón por la mayúscula- en la que van pasando los días, las pestes, las pandemias.
Teorías, a veces, se para frente al hueco de la 'Casa de la Incultura' y mira la Alcazaba con esa misma pose que tuvo Clinton cuando lo llevaron al mirador de San Nicolás a admirar La Alhambra. En esos momentos, con la ciudad callada, hay cierto encanto en admirar la sucesión del tiempo que va desde el teatro a los ladrillos que metiera, de aquella manera, don Juan Temboury.
Acaso porque la ciudad se ha hecho así y así Ulises, palentino sacado como de una novela de corsarios, tiene su garito en lo que fuera un palacete. Lo cierto es que tenemos problemas que no tienen los americanos; donde ellos encuentran el cadáver de un oso, nosotros vemos un collar fenicio o unas tinajas de la época de Maricastaña.
La Historia hay que protegerla, claro, pero sin pretender que toda piedra sea un museo en la ciudad de los museos. Quiero decir que sobre lo del solar del Astoria yo tengo una visión panorámica y quiero que hablen más los científicos, en este caso arqueólogos, para ver si nos quedamos en un 'stand by' o teníamos aquí a Tutankamon y ni Teorías ni yo lo sabíamos.
Estoy seguro que cerca del Astoria había un árbol, un árbol que sobrevivió al milagro democrático del botellón en la Merced donde yo tatué con una navaja JxE dentro de un corazón: así éramos. Enamoradizos perdidos de una niña a la que la Historia -perdón por la mayúscula- olvidará en esas capas sucesivas de olvido y tiempo que es la vida del mundo, ay.
Yo pido calma, sosiego y arqueólogos, que es lo que tiene ser una de las cunas de Occidente por donde todas las civilizaciones vinieron a tostarse a nuestro sol y a probar el garum, que es un manjar que ya hasta Apicio consignó según puede recordar Almudena Villegas.
Quiero decir que entre Jurassic Park y Hong Kong hay un término medio, donde está la virtud. De lo que no hay duda es de que el Centro, antes de convertirse en parque temático, fue un hervidero de historias -edulcoradas y canallas- desde que el mundo es mundo. Así somos, y así nos inventamos la ciudad sin esquinas. Donde Gervasia y su subsuelo.
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