Ir a por tabaco y otras liberaciones
INTRUSO DEL NORTE ·
Pensemos en una procesión magna en julio y con nazarenos. De agradecimiento a Dios y a nosotros mismosSecciones
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INTRUSO DEL NORTE ·
Pensemos en una procesión magna en julio y con nazarenos. De agradecimiento a Dios y a nosotros mismosEn estos ratos de internada, disculpad, no puedo leer cosas trascendentes. Confinado a 380 kilómetros de mi casa materna, entre el pánico y los memes, todo se ha hecho viral, todo: lo mejor y lo peor. En un semisótano he pintado una marina con rotulador, por darme profundidad y ánimos. El fin fue cuando nos anunciaron que nuestra vida cotidiana iba a cambiar, cuando empezamos a extrañar la luz del sol y cuando nadie nos dijo lo divertido que era un hipermercado antes del huracán.
La resignación y la clausura pueden tener, que lo tienen, un motivo heroico. Este papel que leen tiene utilidad social y el tabaco, al final, es un bien escaso al que nos hemos abonado. Yo sé que tronaron los balcones, y hasta la mejor España de los balcones, que diría Mariano Gasparet, aplaudió al médico que anda ya sonámbulo y generoso. También sé que a la fuerza nos vamos dando cuenta de que la Sanidad debe ser pública como Gibraltar debe ser español, y es que, en el fondo, extrañamos como un dolor inopinado la falta de una baraja de Heraclio Fournier, fabricación nacional y hecha en Vitoria.
Mi compañero de piso canta algo de Juanita Reina mientras rocía de amoniaco las zonas comunes, vemos partidos repetidos, compramos huevos y leche por primera vez en tres años. Aprendemos Epidemiología y normativa marcial en el telediario y hasta trasnochamos viendo el Tour, que lo repiten. En realidad, parece como si tuviéramos la culpa por haber vivido por encima de nuestras posibilidades: como si esta plaga hubiera venido para meternos una penitencia por no sé qué. La causa de la supervivencia y del hombre como ser social, de aquí a 15 días, entiendo que nos hará mejores.
En todo lo que nos queda, que será inédito, conviene estar en las redes para no caer en el pecado de la soledad. Y pensar con alborozo que tenemos la oportunidad de haber pasado un confinamiento heroico, de reponernos a las adversidades y de consolarnos con una procesión de acción de gracias, por junio, para no quedarnos huérfanos de la Semana Santa que es lo mismo que decir que de nosotros mismos.
Y que salgan nazarenos y que, por larga que sea la Cuaresma, veremos a Cristo de nuevo por las calles. Acaso porque el calendario litúrgico está hecho para el Hombre hecho Dios, y las salvedades son también para los cristianos. Pasaremos por el miedo, por la histeria, por la curva descendente y la moderación. También se aprende a vivir, que diría el poeta. Las cuatro esquinas de nuestra cama pueden ser el universo si hay fibra óptica, un libro, o una amante que nos haga de Nighthingale, de padre y de madre, de cura confesor o de psicoanalista.
Todo ya no puede sino mejorar.
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