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Un contratiempo laboral, sentimental, de salud o cualquier otro mal trago de similar entidad, pueden provocar un tufillo de pesimismo. Pero si la cosa viene derecha, y el afectado no ve salida, surge tentación de tirar la toalla, entrar en lo irreversible, en el vacío, ... en el suicidio. Los datos son estremecedores. En España, se quitan la vida 10 personas al día, una cada 2 horas y media, y afecta en especial a los jóvenes. Supera con creces a los accidentes de tráfico como causa de muerte externa, con una terrible tendencia al alza. Y en cómputo mundial, según la Organización Mundial de la salud, 700 000 personas fallecen al año por suicidio. A lo anterior hay añadir un número mucho mayor de intentos. Por desgracia, la pandemia de Covid-19 y sus efectos por aislamientos, fallecimientos de familiares, problemas económicos y laborales y otros efectos, hacen pensar a los estudiosos que la cifra de suicidios aumentará, lo que configura el suicidio como un problema de salud pública de envergadura colosal.

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