![Subir al Everest ( y sin oxígeno)](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2025/02/18/199044119.jpg)
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JUAN DE DIOS MELLADO MORALES. PERIODISTA Y EDITOR
Miércoles, 19 de febrero 2025, 01:00
Subir el Everest cuando se tiene todo en contra es tarea nada fácil. Es para lo que se prepara la candidata socialista a la presidencia ... de la Junta María Jesús Montero en las elecciones previstas para 2026. De entrada, el presidente Moreno Bonilla con su mayoría absoluta (58 escaños), será su primera piedra. El presidente andaluz, a tenor de las encuestas, alcanza una puntuación entre sus votantes que supera el aprobado y tiene detrás un partido que lo arropa sin fisuras, pese a que lleva en la mochila política más de un problema, la gestión sanitaria y la educación, por ejemplo. Y puede que algunos casos de corrupción como los descubiertos en el PP de Sevilla. Pero si nos atenemos a las encuestas realizadas en Andalucía, Moreno Bonilla mantendrá la mayoría de que disfruta.
¿Por qué, pues, ha aceptado María Jesús Montero ser la candidata socialista a la presidencia de la Junta? En primer lugar, porque no le pudo decir no a Pedro Sánchez, su mayor valedor y, en segundo término, por el convecimiento de que podrá sacar de la abstención a una parte de los 2.647.810 andaluces que se quedaron en casa (41,69% del censo de votantes) y arrastrar a parte de los doscientos mil que, siendo votantes socialistas, le dieron el voto en las elecciones del 22 a Moreno Bonilla, que no al PP, además del sumando de los miles de votos que el extinto Ciudadanos terminaron por engordar al PP hasta llegar a los 58 diputados.
Este fin de semana, los socialistas andaluces en el congreso del PSOE-A a celebrar en Armilla (Granada) darán el visto bueno oficial para que María Jesús Montero se arroje a la piscina, en estos momentos con escasa agua. Y de ella va a depender alcanzar una meta que, al menos, reduzca la mayoría absoluta de la que disfruta el PP andaluz y obligarle a pactar con Vox, con una repercusión directa a nivel nacional que puede ser utilizado y aprovechado por Pedro Sánchez e incentivar su campaña de despertar el voto progresista, actualmente semidormido, pese a los datos que arroja la reciente encuesta de Tezanos. Y si coincidieran las elecciones generales y autonómicas en 2026, que no se pueden descartar, el arrastre del voto socialista puede ser oxígeno puro para el presidente Sánchez. Es sabido y así lo reflejan elecciones anteriores que cuando coinciden las dos elecciones el beneficiado siempre ha sido la izquierda. Que Andalucía aporte 61 diputados al Congreso no es cualquier cosa. Pedro Sánchez necesita un PSOE andaluz en ebullición, con el que seguir en La Moncloa.
Pero hay más problemas para María Jesús Montero, muchos de los cuales ella conoce, analiza e intentará buscar soluciones. No soy yo quien para aconsejarla, dotada como está para desmenuzar lo que le espera y el camino señalado con no pocas piedras. En ello, le va su futuro personal y el de su partido. El principal problema, en el que coincide la mayoría de los analistas politicos rigurosos y serios, es que se ha metido en un jardín sin flores, agostado, sin fuerza y con escasas motivaciones para hacer frente a su propio destino. El Partido Socialista andaluz está debil, con las Casas del Pueblo semicerradas, sin aliento y, lo que es peor, carente de tensión y espíritu de victoria. Si María Jesús Montero, que es pura dinamita, no es capaz de motivar y sacar del desaliento a la izquierda con políticas de izquierdas lo tendrá muy difícil. Insuflar espíritu de victoria, no relajarse y tirar para adelante es su objetivo, tal y como refleja cuando baja a Andalucía. Pero es que, además, necesita de un equipo sólido, fuerte, motivado, que se dedique en exclusiva a levantar la moral de un ejército actualmente en las trincheras comiéndose su soledad e ineptitud. El PSOE andaluz me recuerda a la línea Maginot de la I Guerra Mundial. Un partido que tiene la pólvora mojada, atrincherado y atacado de artritis política por las humedades propias de las trincheras y que tan sólo la candidata socialista puede levantar el ánimo, cargar el fusil e insuflar ansias de victoria, ofreciendo soluciones y propuestas que puedan calar, primero en sus propias filas y, en segundo lugar, rescatando el voto socialista que se fue al PP y, sobre todo, inyectar esperanzas de cambio entre quienes tienen por norma quedarse en casa y abstenerse.
Y tiene más tareas, todavía, y que en el Congreso de Armilla deben quedar manifiestas, tal y como ella tiene dicho: No quiere perdedores en su nueva ejecutiva, no quiere vagos, ni dolientes; no quiere a quien se ha acostumbrado a poner la mano el 30 de cada mes para llevárselo caliente.
La renovación del PSOE-A es exigencia tras años de estar adormecido y reactivar las Casas del Pueblo objetivo ineludible. El que lo consiga servirá, en parte, para poner nervioso al PP que transita por aguas relativamente tranquilas pese a los manifiestos y serios problemas de la sanidad andaluza, el cerco educativo y universitario que acecha a Moreno Bonilla y, últimamente, que se viera obligado a transigir el pacto con Vox en el Ayuntamiento de Sevilla, sellando politicas de ultraderecha montana o que se levanten diversos conatos de corrupción autobuses mediante o que el Tribunal de Cuentas ande en guerra. El hecho de que los más destacados dirigentes del PP andaluz anden sobrados a la hora de echar el aliento a María Jesús Montero podría apuntar a cierto nerviosismo electoral. Veremos.
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