SUR
La Tribuna

Sequía, cambio climático y energías renovables

Mariano Sidrach de Cardona

Catedrático de Física de la Universidad de Málaga - Fundación Renovables

Jueves, 15 de febrero 2024, 01:00

Vivimos un periodo de sequía donde las necesidades de agua están muy por encima de los recursos disponibles, sin que nadie pueda aventurar la duración de este periodo. El cambio climático, pero también la sobreexplotación de los recursos hídricos y una falta de planificación provocan ... una menos disponibilidad del volumen de agua disponible. Se espera que, en los próximos veinte años, con las mayores repercusiones del cambio climático, se desemboque en un estrés hídrico extremadamente alto que provoque mayores dificultades para satisfacer el suministro de agua en nuestro país. No queremos aceptar lo que es ya una evidencia desde hace años: la demanda supera la disponibilidad del recurso.

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En España, la agricultura supone alrededor del 78% de toda el agua consumida. Contamos con 3,9 millones de hectáreas de regadíos, lo que supone el 23% de toda la superficie cultivada, y siendo el país de la Unión Europea con más superficie irrigada. Gracias ello destacamos como el octavo mayor país exportador de productos agrícolas, de los que el 65% de toda la producción agraria procede de los regadíos. El sector urbano representa el 15% del consumo total de agua. Los datos del consumo doméstico de agua nos dicen que el consumo medio de agua por habitante y día se sitúa en España en 137 litros, por encima del límite superior establecido por la OMS de 100 litros por habitante y día como consumo ecológico de agua. Sin embargo, un turista llega a gastar más de 300 litros /día de agua.

Si observamos el aumento progresivo de la cantidad anual de turistas que llegan a España (más de 83 millones al año) y aumentando, es fácil calcular el volumen de agua que necesitamos solamente para cubrir la demanda turística. Además, la mayoría del turismo es de sol y playa y mayoritariamente en regiones que tienen problemas de escasez de agua. Es evidente que la sequía plantea grandes retos económicos en sectores que, como la agricultura y el turismo, tienen un gran peso en nuestra economía.

Desde el lado de la oferta, la única solución tecnológica disponible es la desalación de agua. En España, según datos de octubre de 2023 tenemos 770 plantas desaladoras y desalobradoras, ocupando el cuarto puesto mundial con relación a la capacidad instalada, estando sólo por detrás de Arabia Saudí, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos. Alrededor de 5 millones de metros cúbicos de agua al día se desalan para abastecimiento municipal, riego agrícola y uso industrial. Más del 80% de dicha capacidad se produce en sólo 50 plantas distribuidas por el arco mediterráneo y las Islas Canarias donde representa el 15% de la producción total mientras en Valencia y Andalucía es del 25% y en Murcia del 20%.

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La desalación de pequeña y mediana capacidad tiene un peso importante al existir numerosas plantas de pequeña capacidad repartidas por todo el territorio nacional. Las desaladoras construidas en España desde hace años han sido prácticamente de Ósmosis Inversa (OI). En esta tecnología, el precio final del agua desalada tiene una fuerte dependencia del precio de la electricidad. Las plantas actuales tienen un consumo energético de alrededor de 3,5 kWh/m3 de agua tratada. Actualmente y gracias a los sistemas de recuperación de energía, el objetivo alcanzable es conseguir bajar este consumo hasta 2,5 kWh/m3. Este consumo es debido mayoritariamente a las bombas de alta presión necesaria para las membranas de ósmosis inversa, y no incluye la energía necesaria para la distribución del agua desde la salida de la desaladora a su lugar de consumo.

El precio actual del agua desalada en España está entre 0,6-1 €/m3 dependiendo del tamaño de la planta. Un precio aceptable para el consumo urbano e industrial, pero que es difícilmente asumible por la agricultura excepto para aquellos cultivos de agricultura intensiva de alto valor añadido. Según los regantes «el precio máximo no debería ser nunca superior a los 0,3 €/m3, a los que hay que añadirles otros 10 céntimos adicionales para la puesta a pie de parcela (0,40 €/m3)». Para conseguir un precio del agua desalada más competitivo y con menos dependencia de los vaivenes de la tarifa eléctrica, es necesario utilizar energía más barata, es decir, energías renovables, especialmente sistemas fotovoltaicos. La madurez tecnológica de las renovables en la generación de electricidad sumado al hecho de que el consumo energético de las distintas etapas que conforman el ciclo integral del agua, son eminentemente eléctricas, hacen que las energías renovables sean un eje fundamental para reducir la huella de carbono del ciclo, además del coste por m3 de agua facturada. Una mejor integración de las tecnologías hidráulicas con las energías renovables, contribuirá de manera decisiva a la necesaria transición hidrológica.

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Es necesario un giro radical en la forma de relacionarnos con la energía y el agua y por eso, desde la Fundación Renovables (1) reivindicamos un cambio en el modelo energético e hídrico, que dé respuesta a la necesidad de aprovechar las posibilidades que la tecnología (renovable, principalmente) nos brinda, de manera que nuestras necesidades hídricas y energéticas, sean cubiertas bajo criterios de eficiencia, equidad y justicia intergeneracional, de forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente para lograr un futuro sostenible.

(1) https://fundacionrenovables.org/proyecto/gestion-sostenible-de-los-recursos-hidricos-y-sus-posibles-sinergias-con-las-energias-renovables/

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