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La condena a altísimos cargos del PSOE y de la Junta de Andalucía en tiempos recientes ha revuelto el verano político como una gran tormenta sistémica. Lo que fue juzgado mientras Susana Díaz presidía la Comunidad andaluza y Sánchez el Gobierno de España acabó confirmado ... en el Supremo, eso sí, guardando un respetuoso silencio en tanto se celebraban elecciones autonómicas andaluzas para no influir en el resultado. El fallo considera probados los hechos y condena a la pena de inhabilitación a los que fueran primeros espadas políticos socialistas de la Junta andaluza, Manuel Chaves, José Antonio Griñán y otros muchos más. En el caso de este último se añade el delito de malversación y su condena, aparte de la inhabilitación, sube a seis años de prisión.
Este asunto estaba pendiente y ha tardado en llegar al final. Hay que recordar que fue la Audiencia Provincial de Sevilla la que dictó la sentencia condenatoria que el Tribunal Supremo ha confirmado. De hecho, aún queda por conocer el texto en toda su extensión que, probablemente, se dará a conocer en septiembre. Es evidente que la pena impuesta resulta un auténtico trago para los condenados. Unos por el desdoro y el dolor que les supone la larga sanción inhabilitadora, otros -entre ellos el que fuera presidente, Griñán- por el durísimo trago de tener que entrar en prisión y afrontar una condena de seis años.
Una vez apuntados los primeros trazos de la publicación en los medios de esta condena, los más importantes políticos socialistas han salido a intentar minimizar hechos y ajustar responsabilidades. Lo que al principio eran vagas declaraciones en torno a resaltar el presunto no enriquecimiento personal de Chaves y Griñán en la comisión de los hechos hoy condenados, ha ido evolucionando. Pedro Sánchez, en una no muy atinada y sorprendente intervención concluyó pronunciando casi guturalmente una frase tópica: «Pagan justos por pecadores». Seguramente, como consecuencia de esta postura, muchos dirigentes socialistas han ido poniendo su verbal grano de arena. Muchas cosas y hasta algunos errores pueden entenderse, éste no es un asunto fácil desde ningún punto de vista, pero hay una condena del Tribunal Supremo por corrupción. Recordemos que el enriquecimiento fraudulento propio es tan ilegal e inmoral como el causado para favorecer a los amigos, socios o simpatizantes. Los hechos probados indican que se repartió dinero indebida e ilegítimamente y, en muchos casos, el uso dado al mismo ha causado verdadero escándalo. Hay, además, de fondo, recompensas indebidas generadoras de agradecimientos políticos, climas electorales favorables y quien sabe qué más.
«Griñán es buena persona...», «Lo es Chaves...» Bien, pero ambos están condenados por corrupción, por los hechos juzgados de los que son responsables. En nombre del PSOE, su número tres, Santos Cerdán, ha dicho que «esta sentencia es injusta». No se puede ser más cretino e irresponsable. Esta condena es aplicación de las leyes democráticas por tribunales democráticos. Quizá este político inexplicable intenta abonar el campo del indulto, pero la aplicación al caso de esta figura será tal fiasco que puede causar la caída definitiva del Gobierno.
«La ley se cumple...» Dijo Sánchez.
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