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La nueva concesión a Puigdemont ha consistido en llevar al Congreso de los Diputados a un terrorista para que difunda un bulo. Como era de ... prever, el yihadista perteneciente al comando que cometió los atentados de las Ramblas y Cambrils no respondió a ninguna pregunta y solo habló para atacar al CNI y hacerlo responsable de los crímenes cometidos. Un esperpento macabro y un insulto a las víctimas. Pero era lo que Puigdemont deseaba y desde la presidencia del Congreso, la servicial Francina Armengol, tercera autoridad del Estado, se puso a disposición del prófugo de Waterloo. Éste, naturalmente, celebró vía redes la comparecencia del criminal como un paso hacia la luz.
Hacia el escarnio y las tinieblas. El escarnio aumentado por la portavoz de Junts en la comisión cuando se condolió del destino sufrido por el yihadista. Un chico de veinte años arrastrado al infortunio de convertirse en terrorista. El pobre. 16 muertos ocasionó su grupo. Pero, claro, el Estado los impulsó. Ese era el mensaje. Y la connivencia con Junts propició que ese mensaje se difundiera en la sede de la soberanía popular. Un pago más a la fuerza derechista y xenófoba de Junts. Ya puede seguir el Gobierno hablando de bulos después de propiciar que desde el Congreso un terrorista los propale y un prófugo los jalee.
Para evitar que la derecha más cicatera y la ultraderecha irracional nos gobiernen asistimos a este despropósito. Es verdad que produce un temor más que justificado oír los planes de los autoproclamados Patriotas. Un clan que persigue el debilitamiento de la Unión Europea para supuestamente defender las mini soberanías nacionales en beneficio final de las superpotencias. Nacionalismos envenenados, recortes de libertad y xenofobia feroz, sí. Pero, ¿eso se combate con cesiones vergonzosas como la de llevar un terrorista a sede parlamentaria con toda la carga simbólica que supone? De poco sirve señalar el peligro que representa para la democracia la extrema derecha si se tiene la manga ancha con ella cuando conviene o interesa. Poca gente y pocos grupos políticos han sembrado más bulos y han basado su estrategia en más falsedades -históricas y contemporáneas- que Puigdemont y Junts. ¿No son ellos máquina del fango? ¿O es que el suyo es un fango refinado? Su derecha no deja de ser derecha por el hecho de serle necesaria al Gobierno. La fachosfera también se expresa en catalán. Y los símbolos, como el de colocar a un terrorista en el Congreso, no son inútiles. Lo inútil es tratar de camuflar la realidad, como si la política fuese un juego de manos y los ciudadanos los espectadores de un circo de tercera.
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