Semana Santa, en esencia

Habrá Semana Santa donde los cristianos celebren la pasión, muerte y resurrección de Cristo: Managua, Manila, Teherán; Madrid, El Cairo, Berlín… en tantas ciudades como lugares se concentre un grupo de creyentes en Cristo Jesús. Con todas sus particularidades.

De sobra lo sabemos, no se vive igual la Semana Santa en Málaga a cómo se puede llegar a vivir en Helsinki, Copenhague o Roma. De hecho, la manera de vivirla en la diócesis de Málaga, en su expresión popular cofrade, dista de otras maneras de expresiones de religiosidad; ahora bien, en su esencia sí coincide. Es más, habría Semana Santa sin manifestación cofrade; pero nunca Semana Santa si no se celebrase la pasión, muerte y resurrección de Cristo; por más tronos que procesionáramos. Ahí radica el sentido profundo de esta santa semana. Y, consecuentemente, la esencia de estas jornadas donde mucha gente se reencuentra con sus tradiciones y su fe; fe que en este tiempo emerge de manera visible en las calles.

En esto de vivir la fe cristiana es recomendable que quede iluminada por el Evangelio, para vivirla como Dios manda y evitar excesos de todo tipo o incongruencias que evidencien la separación entre fe y vida. De hecho, hay maneras de vivir o procesionar que entiendo distan de lo deseado por Jesús Nazareno, el príncipe de la paz, que entró en Jerusalén a lomos de un borriquillo, murió asesinado completamente, desnudo, sin nada y resucitó entre la incredulidad de sus seguidores y amigos.