El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, el miércoles en Nueva York. Efe
Repaso semanal

Pedro Sánchez convierte a los políticos presos en presos políticos

Javier Recio

Málaga

Domingo, 24 de septiembre 2023, 00:05

Decíamos la semana pasada en estas líneas que Pedro Sánchez todavía no había abierto la boca sobre el gran debate nacional de estos días, la amnistía. El presidente del Gobierno en funciones abrió el pico el miércoles. Fue en Nueva York, pero no en Nochebuena, ... en una sala toda llena de españoles, aunque no se brindó precisamente por España como cantaba Concha Piquer, sino más bien todo lo contrario. ¡Ay!, suspiros de España. Pues bien, el mentirócrata mayor del Reino dijo que un problema político nunca debería haber llegado a los juzgados. Y que tomará un camino como el que ha adoptado hasta ahora. O sea, que volverá a hacer lo contrario de lo que prometió. Ya lo conocemos. Y ya ha enseñado la patita. Puso a la política por encima de todo y de todos. A tomar por saco la ley si el que la infringe es un político en nombre de sus ideas políticas que le hace falta a Sánchez.

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¿Qué deben pensar todos los delincuentes que no tienen el carné del partido que le interesa al PSOE penando sus condenas en la trena? Con esa declaración, Puigdemont ya no es un huido de la justicia, sino que está en el exilio por culpa del Estado opresor español. O sea, que todos los implicados en el procès no han sido políticos presos, sino presos políticos. Puigdemont, una especie de Napoleón con barretina que mandará en España, gana la nueva batalla de Waterloo. Ha tenido más suerte que el emperador francés para desgracia de nuestro país. Pero Sánchez se queda tan pancho, más que nada porque sabe que a la gran mayoría de sus electores les da igual haga lo que haga, porque tienen unas tragaderas enormes con tal de que la derecha no llegue al poder.

El 'Todo por La Moncloa' debería colgar en las sedes y casas del pueblo socialistas, aunque se incumpla el ordenamiento jurídico. Sin ir más lejos, esta semana se ha incumplido la norma en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional donde se hacen las leyes. Se debatía hacer uso de todas las lenguas oficiales en el mismo y en el debate ya se empezó a hablar en catalán, gallego y euskera, saltándose el 'nimio' trámite de su aprobación. ¿Qué más da? Eso es para el vulgo. Hala, pinganillos para todos para el diálogo de sordos en el que se encuentran sus señorías. Había que pagar la señal por el acuerdo. Pero Sánchez es inmune. En el PSOE sólo está encontrando la resistencia de Felipe González y de Alfonso Guerra, a los que desde el aparato pintan como la vieja guardia chocheante, pero que no tienen pelos en la lengua a la hora de calificar el desaguisado constitucional que puede provocar la ley de amnistía.

Puigdemont se ha convertido en una especie de Napoleón con barretina al ganar la nueva batalla de Waterloo

A ellos se les ha unido Emiliano García Page, que es especialista en criticar a Sánchez y luego apoyarle. Un 'bienqueda', vamos. A ver qué hace ahora. El líder Espadas ni está ni se le espera. Debe estar también bajo los efectos de la sumisión química del sanchismo. Ojo, que ya se empieza a hablar del papel del Rey Felipe VI, que tuvo un rol destacado para enfrentarse al procès, en esta tropelía, porque tiene primero que proponer a Sánchez para la investidura y después sancionar la ley, que seguramente la llamarán de otra forma para despistar a los que ya quieren ser despistados. Da rubor cómo hay 'hooligans' del sanchismo que se parten la cara defendiendo que todo esto se hace para devolver la convivencia en Cataluña. Vamos, que se hace con ese noble propósito. Mira qué bueno es el que hace unos meses decía todo lo contrario. Se ve que ha vuelto a cambiar de opinión por tan puro objetivo.

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Habría que plantearse si para acabar, por ejemplo, con la lacra de la violencia de género desde el Gobierno se apostara por una amnistía a todos los condenados para favorecer así la convivencia entre las víctimas y los verdugos. Lógicamente sería un escándalo mayúsculo. Pues estaríamos en las mismas si nos tragásemos el cuento de que todo se hace por la pacificación cívica entre catalanes. Esto no deja de ser una vulgar compraventa. Uno vende la amnistía y el otro la compra con sus votos. No se dejen engañar. No comulguen con ruedas de 'molin'. Perdón, de molino. Se me ha escapado con la actual fiebre plurilingüista…

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