Martes, 4 de marzo 2025, 01:00
El anuncio realizado por Pedro Sánchez de que el Gobierno habilitará una partida de ayuda militar a Ucrania por valor de mil millones de euros ... ha aflorado, en un tono menor, las críticas que distintos responsables de Sumar dirigieron hace casi un año a la concesión de un monto semejante al rearme del ejército de Kiev. Entonces llegaron a censurar la «nula transparencia» del Presidente al negarse a explicar cuál era la naturaleza material de la ayuda comprometida, a cuáles de los frentes del conflicto estaba destinada, y qué relación guardaba la iniciativa con la búsqueda de la distensión y la paz frente a Rusia. Hoy Sumar solo demanda aclaraciones, aunque sea en el Consejo de Ministros.
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Mientras Izquierda Unida por una parte, Podemos por la otra, y EH Bildu tratando de moralizar la contienda apelan a la búsqueda de soluciones diplomáticas frente al Kremlin de Vladímir Putin. Sin duda desconcertados porque el «imperialismo yanqui» conecte, en manos de Donald Trump, más que amigablemente con el agresor de Ucrania al que la izquierda de la izquierda no osa calificar de tal. Todo lo contrario, busca ofrecerle una salida honorable como condición de la paz. Porque considera en el fondo que solo llegará a ser justa si exime a Putin de la responsabilidad de querer acabar con la soberanía y la integridad de un país vecino habitado por ucranianos libres, llegando a exigir que España salga de la OTAN precisamente cuando el trumpismo más extremista querría acabar con la Alianza Atlántica.
Sánchez rehusó hace casi un año y rehúsa ahora someter el compromiso enunciado con Ucrania a la consideración del Congreso. A lo que el PP le insta porque trata de retratarle como un presidente sobre la cuerda floja de una mayoría que no se sostiene ante los desafíos que encara la Europa que ha de hacer frente al segundo mandato de Trump. El ineludible incremento del gasto en defensa apela a la centralidad del europeísmo, cuando la polarización partidista continúa primando a los extremos. Cuando en España no hay un solo nexo de sensatez entre el conservadurismo y la socialdemocracia, ni en el momento más crítico para Europa en décadas. Cuando una paz justa y duradera que conceda seguridad a la Unión desde sus confines en Ucrania precisa del vínculo de los ciudadanos europeos -también de los españoles- con valores de libertad ante los cuales los partidos llamados a sucederse en el gobierno de los países de la UE deben renunciar a sus obsesiones cortoplacistas.
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