Secciones
Servicios
Destacamos
El primer ministro británico, Rishi Sunak, ya ha dado el pistoletazo de salida para decidir quién será el próximo inquilino de Downing Street y los votantes delReino Unido serán llamados a las urnas el 4 de julio. Según el calendario electoral, una votación antes de ... finales de este año era inevitable, pero muchos de los parlamentarios del grupo de Sunak afrontan la perspectiva con temor. Todas las encuestas apuntan a que el Partido Conservador sufrirá su peor derrota en décadas y más de 60 diputados 'tories' ya han anunciado que tirarán la toalla y ni siquiera se volverán a presentar a las elecciones. De los que quedan, algunos de los 'tories' intentarán enfocarse en su circunscripción, distanciándose de Sunak o de la maquinaria del partido. Su estrategia de campaña será, efectivamente, la de 'sálvese quien pueda'.
La caída del Partido Conservador ha sido tan dramática como inesperada. Hace apenas cinco años, el entonces primer ministro Boris Johnson obtuvo un triunfo aplastante para la formación, mientras que la principal fuerza de la oposición, el Partido Laborista, sufrió su peor derrota desde la década de los años 30. Un sinfín de comentaristas predijeron que los 'tories' ganarían mayorías y retendrían las llaves de Downing Street hasta bien entrada la década de 2030. Pero desde entonces, el derrumbe de los conservadores ha sido un drama de proporciones shakespearianas.
Johnson se vio obligado a dimitir tras mentir repetidamente al Parlamento y la deserción, en masa, de sus ministros. Su sucesora, Liz Truss, introdujo una estrategia económica neoliberal que fue condenada de inmediato por los 'traders' de los mercados internacionales y condujo a una caída en picado de la libra esterlina. Su mandato como primera ministra duró solo 49 días, menos que la vida útil de una lechuga.
Rishi Sunak, el inquilino actual de Downing Street, ha tenido poco tiempo para establecer el control sobre su grupo, cada vez más amotinado, o marcar un rumbo propio para el país. Su política de más alto perfil ha sido un plan, muy controvertido –y condenado tanto dentro como fuera del Parlamento– para transportar inmigrantes ilegales a Ruanda. El Reino Unido ya ha pagado más de 240 millones de libras (unos 282 millones de euros) al Gobierno de Kigali, aunque ni un solo migrante ha sido deportado al país africano. Sunak insiste en que, si es reelegido, las deportaciones desde Reino Unido a Ruanda comenzarán a finales de este año. De preocupación aún más apremiante para la mayoría de los votantes han sido las ansiedades diarias, como cómo llegar a fin de mes, el costo de vida, el precio desorbitado de una vivienda decente o la delincuencia callejera.
Y como telón de fondo, la política más asociada a las administraciones conservadoras de los últimos cinco años, la del 'brexit', no ha traído ninguno de los beneficios prometidos. Desde 2019 han salido a la luz un sinfín de problemas, desde empresas que quieren comerciar en el mercado europeo, hasta estudiantes que quieren estudiar o veraneantes que quieren viajar a la UE.
Hay un viejo dicho en política que insiste en que los partidos de la oposición nunca ganan elecciones, las pierden el Gobierno. Hasta cierto punto esto es cierto, pero incluso si los votantes han perdido la fe en el Ejecutivo, deben tener confianza en que el partido de la oposición es capaz de administrar mejor el país. Esta es la otra mitad de la ecuación para explicar la angustia de los diputados conservadores. Mientras el partido 'tory' se ha desintegrado en los últimos años, el Partido Laborista ha experimentado un renacimiento. Tras la derrota de 2019, eligió a un nuevo líder, Kier Starmer. Parlamentario desde hace menos de una década, Starmer tenía una carrera previa en derecho y disfrutaba de una reputación como uno de los mejores abogados de su generación. Su ascenso de diputado raso a líder del partido ha sido meteórico, pero no es una sorpresa. Mientras que su predecesor, Jeremy Corbyn, empleaba una retórica izquierdista dirigida a los viejos fieles e ideología del partido, el planteamiento de Starmer ha sido todo lo contrario.
Un político mucho más al estilo de Pedro Sánchez en España o Angela Merkel en Alemania, Starmer tiene una ambición despiadada para derrotar a sus oponentes –tanto los de dentro como los de fuera del partido–, ganar elecciones y convertirse en primer ministro. No es un buen orador, pero transmite sensación de solidez y confianza. Después de los últimos años de caos en las administraciones 'tory', muchos británicos esperan anhelantes un líder menos flamante pero que esté a la altura de la tarea de gobernar el país. Sin duda, Starmer ha sacado al Partido Laborista del abismo y de un futuro sin esperanza. Queda por ver si es capaz de hacer una campaña que ahora devuelva el espíritu de optimismo a su país y ganar estas elecciones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.