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El sorprendente anuncio, primero del Gobierno de Marruecos y después del de España, acerca del viraje espectacular en la cuestión del Sáhara, de origen y razones aún desconocidos, nace dudosamente legal y abonado a todo tipo de especulaciones. La nueva postura oficial, ahora apoyando los ... planes marroquíes de establecer un estatuto de autonomía bajo soberanía alauita en el Sáhara Occidental, rompe con la doctrina de Naciones Unidas. Conviene recordar que el abandono por España del Sáhara se produjo en 1975, estando Franco agonizando, con el príncipe Juan Carlos de jefe del Estado en funciones el 2 de noviembre de 1975 y ante la inminente llegada de la Marcha Verde. Eran tiempos de presión por parte del Frente Polisario, con algunos atentados mortales, y en los que Marruecos organizó una marcha de unos 300.000 civiles hacia la frontera con el Sáhara contra la que España renunció a ejercer violencia alguna. Para el Polisario, muchos de cuyos integrantes y miles de partidarios se exiliaron en Argelia, se trataba de defender la 'República Democrática Saharaui'; para Marruecos, 'la reunificación territorial'. La ONU rechazó expresamente las pretensiones marroquíes sobre este territorio y los Acuerdos de Madrid de cesión de soberanía.
La Resolución de la ONU 690 del 29 de abril de 1991 reconoce el derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación, incluyendo a este territorio en la relación de los 17 que no han alcanzado su «plenitud de gobierno propio». De esta manera la organización internacional considera a España potencia administradora hasta la celebración de un referéndum.
La totalitaria decisión de Sánchez, recién anunciada, deja al Frente Polisario ante un horizonte absolutamente contrario a sus planteamientos nacionalistas o nacionales. Se corre el riesgo de que el Gobierno de Argelia se muestre refractario a este realineamiento y exprese su descontento en el ejercicio práctico de las relaciones comerciales y políticas con España. No parece tampoco que el Gobierno español haya condicionado esta decisión al definitivo reconocimiento por parte de Marruecos de la legítima soberanía de España en Ceuta, Melilla y los llamados islotes y la definitiva renuncia de Marruecos a sus intolerables pretensiones en la zona. No digamos sobre las Islas Canarias, que tampoco. En definitiva, nuestra salida del Sáhara en 1975 no fue nunca un acto que pueda describirse airosamente ni ha sido suficientemente explicado, salvo quizá la propia situación española del cambio de régimen hacia una democracia y la decisión de no hacer fuego frente a población civil en aquella irracional y chusca Marcha Verde. Las presiones de Marruecos con retirada de la embajadora, así como otras acciones cuya responsabilidad no ha sido asumida por los representantes de este país, han encontrado respuesta positiva gubernamental española de manera sorpresiva. Lejos de que los españoles podamos allanarnos a este inesperado giro, el Gobierno tendrá que explicarse y las Cortes habrán de debatirlo en profundidad. Este crucial paso, rechazado también por una buena parte del inquietante Consejo de Ministros, fruto de una coalición, no se puede dar por hecho. Nos esperan escollos legales nacionales e internacionales y muchas dudas acerca de la firmeza de Sánchez para mantener sus iluminados planteamientos.
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