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La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que sus animales son tratados. Lo dijo Gandhi y desde la primera vez que lo leí se convirtió en un lema vital. En estas mismas paginas de opinión ... de SUR, desde que empecé a firmar una columna semanal, allá por 2006, he denunciado en muchas ocasiones la condición salvaje e inhumana de algunos malagueños para con los más débiles. He tenido que tratar casos que me han conmovido hasta las lágrimas, y que nos acercaban como sociedad al nivel de subdesarrollo de un arrabal de Burundi. El maltrato, la crueldad y el abandono sistemático estaban instaurados en la ciudad, que era más peligrosa para un perro vagabundo que Tijuana para un policía. Se contaban por miles los que eran sacrificados cada año, hasta fechas muy recientes, por la saturación y la falta de recursos; cuando no llegaban directamente reventados y moribundos, después de haber sido utilizados como sparrings para entrenar a perros de pelea y otras salvajadas.
Hoy, por primera vez, no vengo a denunciar, a quejarme ni a criticar, sino a aplaudir.Aplaudir a los malagueños, que han sabido mayoritariamente comprender que el dolor reflejado en los ojos de un animal también es digno del mayor de los respeto. Su capacidad de aprendizaje no deja de sorprender. Aplaudir al Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento, que ha aportado los recursos necesarios para hacerlo posible; y sobre todo, aplaudir a organizaciones como la Protectora y a sus trabajadores y voluntarios, personas con una vocación tal que dejan todo lo que estén haciendo si les dices que en mitad de una carretera hay un animal en peligro.
En lo que va de año, las jaulas del Zoosanitario no sólo se han quedado vacías de felinos abandonados por primera vez en la historia; sino que en estas instalaciones tampoco se ha tenido que eutanasiar a ninguna mascota sana, cuando hace sólo diez años eran miles los que recibían la inyección letal, los que supone haber alcanzado el ansiado objetivo del sacrificio cero.
Ha sido un avance titánico, teniendo en cuenta el inframundo del que veníamos; pero no está todo hecho. No se nos puede olvidar que en el Refugio de la Protectora todavía quedan 800 ejemplares, en su mayoría perros, que han sido abandonados, y siguen llegando camadas indeseadas cada semana. Todavía hay demasiados salvajes que los tratan como si fueran cosas, que las hacen criar una y otra vez para lucrarse, que los utilizan y luego los tiran como a juguetes rotos, o algo peor. El día que no nos dé miedo que nos juzguen por cómo tratamos a los demás seres vivos, ese día, seremos una gran ciudad.
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