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Jueves, 28 de marzo 2024, 01:00
El Consejo de Administración de RTVE nombró ayer como su presidenta para seis meses a Concepción Cascajosa, consejera designada a propuesta del PSOE y militante de ese partido, después de que se hubiera librado una batalla interna que acabó el martes con el cese del ... director de Contenidos, José Pablo López, y de la anterior presidenta Elena Sánchez. El ente público logra así medio año de margen para que se calmen las tensiones en el seno del consejo y en relación a la cúpula directiva. Tiempo que el Gobierno tratará a todas luces de aprovechar para promover la designación de un administrador único que cuente con el apoyo de las alianzas parlamentarias que mantiene, en la medida en que consiga estabilizar la legislatura, para dar cauce a una nueva etapa en la Corporación.
Aunque, de entrada, podrá afrontar la sucesión de los comicios autonómicos de abril en País Vasco, de mayo en Cataluña y las europeas de junio con la esperanza de que cada noticia ofrecida, cada informativo o cada programa de impacto no sean puestos en entredicho dentro de la casa. Poniendo a prueba la idoneidad profesional de Concepción Carbajosa para asumir interinamente el carácter ejecutivo de la presidencia asignada sobre una plantilla de 6.500 trabajadores y unas cuentas de explotación de más de 1.200 millones de euros. Téngase en cuenta que en el concurso público de 2018 Carbajosa ocupó el puesto 86 de las 95 personas admitidas por el comité de expertos para formar parte del consejo, tras obtener su proyecto de gestión una calificación de 2,35 puntos sobre 10.
Pero, al igual que ocurre con los demás medios de titularidad pública, RTVE se encuentra sobre todo ante la obligación de operar con «independencia, neutralidad y objetividad», como está legalmente establecido. De modo que los responsables de la Corporación han de velar porque ésta mantenga una absoluta autonomía respecto al gobierno de turno y a la mayoría que lo sostenga en cada caso. El desempeño legítimo de su función constitucional dependerá de ello. Sin que la naturalización de la influencia gubernamental sobre las decisiones de RTVE acabe vulnerando principios y normas, ni su dependencia de los Presupuestos Generales del Estado vicie el significado de servicio público. No hay nada peor para el papel que la Corporación pública debe cumplir respecto a las libertades y el progreso de los españoles que su crisis interna sitúe a los telespectadores y radioyentes en la tesitura de descubrir intenciones partidarias en cada producto emitido.
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