Las cosas más importantes (y las más idiotas) las he aprendido en la televisión y en los periódicos. En los libros, el colegio y el ... instituto, también. Pero la universidad es burricie. Ha muerto Misia, la cantante portuguesa. Cuando todavía no estaba considerada una refinada cantante de fados (aunque lo fuera) era una chica Hermida. Era la cantante de cámara de uno de sus programas mañaneros. «Señorita Misia», se dirigía a ella. Y la señorita Misia interpretaba versiones de canciones conocidas. Por entonces vivía en la Puerta del Sol y «comía solo una vez al día, eso sí, un consomé de Lhardy». Como la Buchinger pero sin la Buchinger. Luego, cuando ya era una figura del fado, se volvió a permitir cantar boleros, tangos, copla y canción francesa. Porque, decía, saber una cosa más no le hacía perder nada de lo que ya sabía. «No me hace menos fadista cantar copla». Misia era culturalmente ibérica. Y tan de Oporto como de Madrid o Barcelona.
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