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El riesgo de pervertir la política
Carta del director ·
Los partidos han perdido el pudor y cada vez son más quienes exhiben con descaro que el interés general está siempre en segundo planoSecciones
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Carta del director ·
Los partidos han perdido el pudor y cada vez son más quienes exhiben con descaro que el interés general está siempre en segundo planoLa sociedad necesita política, pero no esta política. Estamos asistiendo a una progresiva pérdida de pudor de los partidos, hasta el punto de asumir con naturalidad la mentira, el engaño y, lo que es aún peor, la subordinación del interés general al interés particular. Son ... innumerables los ejemplos de las últimas semanas que dejan al descubierto que el sistema se está pervirtiendo peligrosamente. Es cierto que en los últimos años se ha ganado en transparencia, un avance democrático que ha permitido frenar el carrusel de casos de corrupción que antes giraba a diario en una danza descontrolada e indignante. Podemos asegurar, confiando en no equivocarnos, que la corrupción sistémica ha desaparecido de la política. Por el contrario, la entrada de nuevos partidos y la reinvención de los partidos tradicionales, sometidos a contorsiones imposibles para justificar lo injustificable, como la radicalización de sus argumentarios, han dado paso a un modelo trilero en el que todo parece valer, incluso a riesgo de debilitar la imagen de los parlamentos.
Como en un mercadillo de saldo, la compra-venta de apoyos a cambio de los favores más inverosímiles supone hoy una de las principales amenazas de la vida pública, un juego peligroso que la ciudadanía ha terminado por aceptar como algo inevitable, como si fuese natural que a los partidos les preocupase, por encima de cualquier otra cosa, su propia supervivencia. Sabemos que el Congreso de los Diputados es un cambalache en el que el Gobierno intercambia cromos con quien haga falta y por lo que haga falta. El último ejemplo, el acuerdo con EH-Bildu para que la ETB3 –canal de la televisión pública de Euskadi de contenidos infantiles en euskera– se pueda ver en toda Navarra y así, como dice la portavoz de EH-Bildu en el Congreso, «todos los niños de Navarra tengan, a partir de ahora, la posibilidad de crecer y aprender con contenidos en lengua vasca». Los niños y la educación. Como siempre. EH-Bildu ha sacado a relucir su pragmatismo, calcado de la estrategia del independentismo catalán.
En Andalucía hemos asistido a otro episodio de esta nueva forma de hacer política. En plena pandemia, con miles de muertos sobre la mesa, con una crisis económica inquietante y con el reto de aprovechar miles de millones de euros de Europa para la recuperación, sus señorías han sido incapaces de ponerse de acuerdo para aprobar unos presupuestos en cuyas negociaciones, más que nunca, debería haber imperado el bien general. Pero no, PSOE, Unidas Podemos y Vox han rechazado cualquier acuerdo y todo hace pensar que lo han hecho por cuestiones ajenas a los intereses colectivos. Es evidente que el Gobierno andaluz no puede quedar exento de responsabilidad en este fracaso colectivo, pero lo cierto es que, ideologías aparte, Andalucía necesitaba unos presupuestos y el Parlamento de Andalucía, donde reside la soberanía de los andaluces, se lo ha negado. No había razones objetivas, teniendo en cuenta las circunstancias especiales de la pandemia, para rechazar los presupuestos del Gobierno de Juanma Moreno y condenar a la región a unos presupuestos prorrogados.
Y en Málaga hemos asistido al sainete del vicepresidente de la Diputación Provincial, Juan Carlos Maldonado, al abandonar Ciudadanos y arremeter contra el presidente Francis Salado. Es un nuevo caso del desmoronamiento de la formación naranja, víctima de la incapacidad de sus líderes. Lo paradójico, y triste, es que la aritmética parlamentaria les da un enorme poder a personas que, como demuestran con sus propios actos, sólo han venido a sacar rédito personal. No me imagino lo que pasará por la cabeza de políticos como la concejal Noelia Losada, un buen ejemplo de compromiso, cuando comprueben la decadencia que les rodea.
Y luego, para cerrar el círculo, asistimos la semana pasada al bochorno de los líderes populares Pablo Casado, Teo García Egea e Isabel Díaz Ayuso utilizando el congreso regional del PP de Andalucía para pelearse como niños en el patio de un colegio. Alguien debería decirles lo ridículo que es todo esto y lo feo que es comprobar que Andalucía está muy lejos en su lista de prioridades. Casado debería asumir que el liderazgo se gana y no se impone. Una cosa es mandar y otra, liderar.
Y en este terreno de juego embarrado España y Andalucía se juegan su futuro. Por eso los perfiles centrados y moderados ganan peso en esta jaula de grillos. Porque, pese a todo, hay que reivindicar la política y a los buenos políticos de cualquier signo. El problema nunca son las ideas, sino quienes se sirven de ellas para conseguir objetivos espurios. Y aquí caben todas esas ideas; lo que sobran son algunas personas.
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