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Ángel Rodríguez
Domingo, 10 de noviembre 2024, 01:00
Dice la Constitución que el rey es símbolo de la permanencia del Estado. Si quieren saber qué significa eso, echen un vistazo a las imágenes de su visita a Paiporta el pasado domingo, en la que Felipe y Letizia empezaron recibiendo bolas de barro y ... terminaron abrazando a los vecinos. Nadie mejor que su más alto representante para soportar la ira de los que denunciaban que el Estado los había desamparado; y nadie mejor para, a continuación, hacer ver con sus gestos que, aunque tarde, el Estado volvería a estar de su lado. «Hay que garantizar que el Estado, en todos sus niveles, está presente», declaró después el rey. Hasta entonces, muchos lo habían echado de menos.
«Esto es una democracia», contestó el rey a uno de los vecinos que le exigió que el Gobierno presentara su dimisión. Es precisamente por esta razón que la Constitución dice también que los actos del rey no tienen validez si no están aprobados por el Gobierno: en las monarquías parlamentarias, el rey, a quien nadie vota, solo puede hacer lo que le indique quien sí ha recibido los votos del pueblo para gobernar. Por eso el rey contó con la aprobación del presidente del Gobierno, que con su presencia le otorgó el «refrendo» (ese es el término que usa la Constitución) que necesitaba para actuar. Ese refrendo terminó cuando el presidente del Gobierno fue evacuado por razones de seguridad, y a partir de entonces se lo prestó el presidente de la Comunidad Autónoma, que como representante ordinario del Estado puede refrendar tácitamente ese tipo de actos del rey en su territorio, y que sí permaneció a su lado cuando decidió desatender los requerimientos de sus escoltas y prolongar por algún tiempo más su visita.
Las dos administraciones directamente implicadas en la gestión de la catástrofe causada por la DANA dieron muestras de una manifiesta incompetencia en las primeras horas tras el desastre. Ni el presidente del Gobierno ni el de la Comunidad Autónoma estuvieron a la altura que demandaban las circunstancias. Aunque en absoluto pueden excusar con ello una actuación negligente en prácticamente todo lo demás, lo cierto es que el domingo pasado ambos hicieron posible con su presencia que el rey, en Paiporta, estuviera constitucionalmente en su sitio.
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