Ante la evolución de los sectores productivos, de las tecnologías, de las nuevas normas y de las conductas de vida en general, los cambios traen sus propias características, como siempre ha sido. Hay probablemente una incidencia especial por causa de la agricultura, que comenzó a ... finales de los 70, años de los primeros pactos con el Mercado Común o Comunidades Europeas -denominación oficial antes de llamarse Comunidad Económica Europea, luego Unión Europea-. El gradual abandono de determinados cultivos y productos fue produciendo cambios profundos en territorios concretos, también los modos de producción trajeron lo suyo. Lo cierto es que el distinto comportamiento del objeto primordial de determinadas poblaciones ha ido dando paso a la falta de viabilidad económica y laboral en zonas geográficas y pueblos concretos de España. El resultado, en el que ahora reparamos de forma masiva, es que el abandono geográfico cuantitativo ha adquirido proporciones notables hasta convertirse en una realidad negativa y que a muchos desconcierta. Analizando lo ocurrido ya en algunas latitudes y empezando a suceder, como un proceso imparable, en otras, sólo tenemos que comprobar cómo los productos y hasta las fábricas en esos lugares han dejado de tener la demanda de otros tiempos. Si una empresa deja de tener clientes, deja de existir en más o menos tiempo; si una manufactura no tiene compradores, sus productores abandonan la tarea de llevarla al mercado en cuanto comprueban lo inútil de su esfuerzo. Cuando la demanda disminuye o desaparece, la oferta igualmente disminuye o intenta transformarse y evolucionar hasta volverse necesaria, si se puede. Hemos de convenir y de entender que invariablemente la concentración de población se da proporcionalmente allí donde sus habitantes pueden ganarse la vida. De este modo, las grandes poblaciones contienen fábricas y prestación de servicios que explican el trasiego humano para su asentamiento en la búsqueda de las mejores oportunidades.
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Si de verdad las autoridades pretenden revertir este fenómeno que hoy hace que pueblos y ciudades otrora prósperos y con un número de habitantes notable se vean desiertos, lo primero será encontrar una motivación económica, material y, por tanto, laboral para ello. Es decir, primero encontrar la actividad alrededor de la que generar el interés y la viabilidad y en segundo lugar proporcionar las infraestructuras necesarias para modernizar y actualizar la localización. Carreteras, transporte lo más intermodal posible, servicios suficientes para proporcionar agua y energía y, de modo primordial, acceso más allá de unos mínimos a la fibra de vanguardia que necesitan las conexiones a la red en condiciones de igualdad con los pueblos y ciudades a emular. Como no se puede esperar menos, se trata de un plan de inversiones realista y con un contenido fundado en el estudio y resolución de medidas concretas probadas e incontestables. Cualquiera otra resolución como llevar artificialmente sedes oficiales, inversiones mal dirigidas o irreales sólo traerán frustración y nada resolverán. En suma, un plan detallado elaborado por los mejores expertos y los recursos económicos suficientes. Otra cosa será nada más que literatura e hipocresía, pues los lamentos y la sola nostalgia sólo sirven para llorar.
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