
El reto más difícil de De la Torre
La opinión del director ·
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La opinión del director ·
A poco más de un año para las elecciones municipales, la continuidad del alcalde como candidato es lo mejor para el PP, aunque no tanto para élEl Partido Popular ya tiene candidato para las próximas elecciones municipales de 2019: Francisco de la Torre Prados. Ayer anunció la decisión en la escenificación de su genuina personalidad. Se presentó en los jardines de Pedro Luis Alonso, junto al Ayuntamiento de Málaga, rodeado de una enorme expectación mediática y solo, sin nadie de su partido ni siquiera de su equipo más cercano. Y con una declaración de intenciones: «Cumpliré mis cuatro años como alcalde y, si no consigo ganar, en la oposición». De esta forma, De la Torre intentó desactivar cualquier atisbo de sucesión en la figura de Elías Bendodo; le dio un mal rato a su familia, expresado en el enfado público de Rosa Francia, su esposa, y respondió a las aspiraciones de muchos de sus seguidores. Afronta un reto en el que su edad, 75 años, centra irremediablemente el debate y su futuro político y personal.
Se pone fin así a un tortuoso camino en el que el PP intentó poner en marcha un relevo tranquilo al que De la Torre se resistió, convencido de sus fuerzas para seguir hasta 2023. Nunca le convenció dejar la Alcaldía al final de este mandato y mucho menos hacerlo con antelación para que su sustituto -Elías Bendodo- pudiera hacerse visible durante los últimos años de esta legislatura. Fue precisamente Rosa Francia la que, públicamente, le presionó hace unos meses para que no repitiera como candidato y se dedicara a otros asuntos, entre ellos a su familia. Sin embargo, De la Torre desoyó esos consejos y las diferentes propuestas de su partido y decidió seguir.
Visto lo visto, es lo mejor que a estas alturas le podía pasar al PP, aunque no está tan claro que sea lo mejor para De la Torre. Si el PP quiere seguir gobernando Málaga, el aval del alcalde es incuestionable frente a los riesgos del desgaste popular a nivel nacional y el momento de excitación de Ciudadanos, que ya ha anunciado su predisposición a pactar en el futuro con PP o PSOE e, incluso, a jugar la baza del modelo Mijas para intentar que Juan Cassá -si finalmente es el candidato- aspire a la alcaldía, aunque no sea la lista más votada.
Ahora al PP le toca recolocar todas las piezas de un engranaje que ha sufrido en todo este proceso fallido de la sucesión. Parece que el sí del alcalde llega precedido de un acuerdo con su partido, ya que De la Torre no tuvo ayer reparos en decir que vería bien que Elías Bendodo fuese en su lista y, además, de número dos. No obstante, el conocimiento sobre la forma de actuar de De la Torre hace pensar que el camino hacia la confección de las listas y el comienzo de la campaña será tortuoso para los populares y dará más de una sorpresa.
¿Y por qué puede que no sea lo mejor para De la Torre? Pues porque el alcalde alcanzó en 2015 sus mayores cotas de popularidad y reconocimiento, tanto en Málaga como fuera de ella, y desde entonces se enfrenta al difícil reto de mantener y mejorar el nivel de crecimiento y desarrollo de la ciudad. Esta campaña –en la que gobierna en minoría– está siendo muy compleja para el alcalde y difícilmente llegará al final con nuevos proyectos que avalen su gestión. Con suerte, podrá presentar la peatonalización de la Alameda, pero en el debe seguirán el Metro, el Astoria, el Guadalmedina, la gestión del Guadalhorce y la inundabilidad o la mejora del paseo marítimo de la zona Este.
Quizá habría que preguntarse por qué la continuidad de De la Torre no se percibe con más naturalidad, teniendo en cuenta que hay muchos casos en el mundo de dirigentes septuagenarios. Quizá el motivo, alumbrado por su propia familia, es que se antoja una empresa muy exigente para un gestor tan personalista, controlador hasta el último detalle y que ha convertido en una obsesión rellenar una agenda de 16 horas diarias.
Hoy por hoy la mayor aportación de Francisco de la Torre a la ciudad de Málaga es su experiencia, su conocimiento, su prestigio y su habilidad para trabajar en la proyección de la capital. Y no tanto demostrar cada día a todo el mundo, especialmente a sí mismo, su abnegada dedicación al trabajo y a estar en todos los sitios a la vez.
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