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'Respect' y autorregulación

CARTA DEL DIRECTOR ·

Manuel Castillo

Málaga

Domingo, 24 de mayo 2020, 09:38

Nadie duda a estas alturas de que la política española está instalada en el 'barriobajerismo', donde no faltan ni los matones ni las amenazas ni los insultos entre sus excelentísimas señorías, capaces de comportarse en el atril del Congreso de los Diputados, salvo honrosas excepciones, como auténticos macarras. Cualquier día habrá que recurrir a los ujieres para que los separen porque son capaces de liarse a tortas o tirarse de los pelos, aquellos que los tengan. No sé si será cosa de la nueva generación de líderes, de la nueva política o de la nueva normalidad, pero lo cierto es que las formas se han perdido en política. No extraña por ello que decir la verdad no tenga ya valor porque la mentira está aceptada con absoluta normalidad. Gracias a las hemerotecas recordamos frases lapidarias de políticos donde el nunca se convierte en siempre y el jamás en ahora. La dignidad, para muchos, es una alfombra del Congreso, en la que como en un juego de trileros se engañan en pactos que son papel mojado y firmas de puño y letra que no valen nada. Incluso la mesa del Consejo de Ministros es una tapiz de juego donde algunos mentirosos campan a sus anchas. Y esto es muy triste. «¿Se lo digo cinco veces? No voy a pactar con Bildu», le espetó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a un periodista. Y ya está.

Por ello, una vez que la clase dirigente se ha tirado al barro, es preciso que los ciudadanos nos limpiemos la botas y salgamos de ese lodazal para defender lo que en el fútbol proclaman como 'respect', cuya fácil traducción es respeto. Es preciso elevar la importancia y trascendencia de respetar a los demás y no sólo a los que piensan como nosotros. Para un votante de VOX es inconcebible que alguien vote y piense como Podemos, pero es que un votante de Podemos piensa exactamente igual sobre los de VOX. El entendimiento entre la extrema derecha y la extrema izquierda es imposible, pero al menos debe existir el respeto, salvo en aquellas actitudes que vayan contra derecho. Pero es que pasa lo mismo entre la derecha y la izquierda más moderadas; lo que para unos es lícito, para otros no; lo que en unos es un escándalo, en los otros no; unos pueden insultar, pero los otros no. Y así todo. Y un buen ejemplo son los escraches, los que se hicieron entonces y los que se hacen ahora. Ningún escrache está justificado, pero hay quien vio o ve bien unos y no los otros.

El respeto es una virtud que permite ver la actualidad con bastante nitidez, una suerte de privilegio. Y queda demostrado que sólo la sociedad que es capaz de respetar puede alcanzar grandes objetivos. Al igual que hemos comprobado que la mejor imposición es la autorregulación, la responsabilidad. Esa gente a la que algunos culpan de todo es la que ha sido capaz de autorregularse, de encerrarse en sus casas, de ver derribarse su porvenir y de resistir para ahora, a pesar de todo y de todos, salir con fuerza para reconstruir su presente y su futuro. Y eso merece mucho respeto.

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