Por ahora

La rendición del Estado

Domingo, 30 de julio 2023, 02:00

A un observador imparcial le costaría entender qué ha pasado y más qué va a pasar. 137 a 121 es un resultado inopinable y 170 a 153, ídem de lo mismo. Claro que, si llamamos «bloque progresista» a todo lo que se menea e incluimos ... en esta forzadísima denominación a Bildu -izquierda abertzale marxista con directas vinculaciones políticas y personales con ETA- o al PNV -la derecha tradicional, económica y confesional vasca-, ERC -la izquierda catalana independentista- con BNGa y tal... Será un conglomerado que no suma, aunque si incluimos a Junts -el partido de la sedición, los cuadros dirigentes prófugos de la justicia y su enemistad manifiesta contra España-... Se podrían llegar a extremar inmensas tragaderas para conseguir sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez. Por un razonamiento así de abigarrado, más aritmético que político, sumando manzanas con pimientos y latas de aceitunas rellenas, sí, quizá por eso en Ferraz saltaban de alegría.

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Pero iremos paso a paso. Alberto Núñez Feijóo, ganador de las elecciones con 48 diputados más y 16 más que Sánchez, ya ha expresado su indubitable decisión de presentarse a la Investidura. Ante ello, ¿las prisas del PNV en no negociar significan un no, una abstención o una primera postura maximalista negociadora? No se sabe, no ha consultado a sus bases y tampoco Junts, como sí ha hecho ERC, quizá no se atrevan, ni uno ni otro. Un viejo nacionalista anónimo no autorizado -un 'jeltzale'- decía ayer que el PNV «debería abstenerse en las investiduras», si es que hay más de una, por aquello de lo mal que lo tiene con Bildu. Eso o competir con los bildutarras para ver cuál es más dócil con Sánchez. Ya decía Ortúzar que: «Hemos parado a la derecha», y es que en cuanto a «derecha», sabe mucho del tema.

Algunos analistas ya han decidido que el investido será Sánchez. Pero antes deben comprobar que la investidura de Feijóo no prospere y luego acertar con la segunda opción, que obtenga todos los votos favorables de esa amalgama, más Frankenstein que nunca. No es lo mismo tener la abstención de Junts -esa que se negociaba ya «con discreción» (en secreto) y, según Nogueras, de «nación a nación» en Waterloo- que el voto favorable, ahora ya imprescindible. Pase lo que pase, intentar obtener el plácet de Puigdemont, hablar con él, ofrecerle el indulto -imposible de conceder antes de ser juzgado y condenado- es un conjunto de acciones carente de la mínima dignidad. Sánchez quiere rendir al Estado y ello no tiene defensa ni puede esconderse. Negociar la presidencia del Gobierno con un huido de la justicia, con un sujeto para el que la Fiscalía solicita una orden de busca y captura, el dirigente de los 10.000 soldados, salpicado por sus relaciones con los declarados enemigos de la UE... Es rendir al Estado y, si no, que los argumentaristas de plantilla vuelvan a hacer el alarde de poner en cursiva sus abyectas mentiras, disfrazadas de toda esa maquillada ética de la que carecen. Finalmente, las esperanzas están puestas en Núñez Feijóo, pues si los secesionistas de Junts -como cacarean- se abstienen, será Presidente.

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