Reloj de pulsera

Leí hace unos días que cada vez resulta menos frecuente llevar reloj, sea de cuarzo o mecánico, pero que es recomendable no porque sean bonitos; dicho sea de paso, pienso que el reloj es un complemento que habla de la personalidad de quien lo lleva; sino porque el reloj es arma defensiva: si llevamos uno y queremos saber la hora no haría falta mirar el móvil. No sé si el teléfono móvil escuchó que compraba un reloj básico y por eso reforzó la idea de que es mejor tener reloj de pulsera, el que marca solo el pulso de las horas; me da la sensación de que lo que sugiere el móvil está en estrecha relación con lo que pasa alrededor. Por eso, nunca lo llevo al confesonario, vaya que se rompa el secreto de confesión; por eso no suelo llevarlo a la Misa vaya que se olvide ponerlo en modo oración.

Sin embargo, necesitamos conocer el paso del tiempo, para no eternizarte confesando, por cierto, la gente sigue confesando o para no alargarse demasiado en las homilías que, aunque, uno intenta no caer en la tentación, a veces sucumbe y se viene arriba y estira, innecesariamente, el speech.

¿Sugerencia? Recuperemos el reloj de toda la vida y utilicemos el móvil para lo estrictamente necesario, evitemos el reloj que nos avisa de todo lo que pasa en el móvil y apostemos por el que solo nos da la hora, a lo sumo el día en el que vivimos. Puede ser una manera muy inteligente de vivir el paso de las horas.