Las cortinas de humo suelen articularse para opacar escenarios, creando una bruma suficiente para que no se vea lo que no interesa. A veces, el dispositivo creador puede guardarse para cuando convenga echarlo a andar, pero no siempre se consigue la densidad suficiente para que ... el público quede cegado. Tampoco es fácil que ese gas difuso dure el tiempo necesario para que los tramoyistas puedan cambiar el decorado previo y esconder a Sánchez, Ábalos, Koldo, de Aldama, su socio de 90.000 euros a entregar, Barrabés y Begoña Gómez, entre otros. Hay una mala noticia: lo ocurrido no salva al Gobierno y su mayoría de la inestabilidad, las dudas y la cada vez más clamorosa exigencia de que se convoquen elecciones. Es cierto que el caso Errejón ha copado boletines, tertulias, redes sociales e informativos de todo pelaje, pero la crisis de la trama de corrupción del Gobierno sigue y el rosario de nuevos datos y reveladoras conexiones no cesa. Además, si el inculpado, señalado y expulsado, formaba parte muy protagonista de la «coalición progresista», el daño reputacional es a repartir, todos cobran, el PSOE de Sánchez y Sánchez, también. Luego está el «esto se sabía hace años», secreto en el que al parecer estaban políticos, compañeros y ajenos -los socios-, y algunos periodistas amigos, no se sabe en qué medida. Pues los que sabían, si es que lo sabían, ya pudieron haber reaccionado de alguna manera para evitar los presuntos abusos y proteger a las víctimas. Así también habrían amagado con el escándalo. Lo dicho, la mayoría dominante y variopinta del Congreso de los Diputados queda muy malparada, sobre todo los representantes vasocomunicantes de la izquierda, la de la ficticia «superioridad moral». Predicar lo contrario de lo que se hace y se vive se llama hipocresía, un mal que suele extenderse por el espectro político coaligado. De ahí el rechazo social creciente a sus discursos y sus políticas, así como a la levedad moral de sus argumentos y sus reiteradas mentiras, desde el número uno en adelante.
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Tras los hechos, reconocimientos de culpas enrevesadas, extraños ingredientes de autojustificación, extravagantes referencias al neoliberalismo, así como al heteropatriarcado y un supuesto expediente de investigación de su partido -en el que ahora dicen que no militaba, el paroxismo del «no conocemos a ese señor»- hay un ruido desorganizado. Si finalmente la denuncia que ahora se conoce sigue su curso, la ley del sólo sí es sí le será de aplicación y hasta se beneficiará de su indulgencia en cómputo de pena.
Estos tiempos no dan para más y la apremiante necesidad de que Pedro Sánchez se marche se ha convertido en emergencia democrática, pues todo su relato es tramposo y falso.
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