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En nuestro adanismo inevitable de pensar que somos excepcionales o, al menos, centrales, en esto de vivir, cada cifra, hecho, sequía o chaparrón, acaba siendo estos días el más adjetivado de la historia. Todo ello sin reparar en que los millones de años que nos ... contemplan han sido, tenidos y vistos, tan completos y con tantos contrastes como podamos llegar a pensar. En lo grande y en lo pequeño debiéramos ser conscientes de que nuestra existencia y protagonismo son menos que una raya en el agua, algo que ni es nada ni nada dejará. Lo contrario, créanlo, sonroja. Cierto es que personajes como Puigdemont y Sánchez no saben nada de ello y se comportan y actúan como auténticos e impactantes descubridores de nuevas tierras y confines. Pero lo cierto es que con los presupuestos inaprobados de Pere Aragonés y su convocatoria de elecciones catalanas en fecha ajustada para evitar que el prófugo tenga éxito electoral, esto y todo, se llama vodevil. Ya saben, los días frívolos, ligeros y picantes, en medio de la intriga y el equívoco con todo tipo de variedades. O sea, nada nuevo.
España parece un camarote atestado, pero Pedro Sánchez no es Groucho para nada, ni ingenio ni buena sombra, en vez de reiterar «y dos huevos duros», siete votos. Convénzanse, no hay búsqueda de convivencia y concordia, no se emprende el camino de la amnistía para ser justos y benéficos, no, sólo para poder seguir al mando, caiga quien caiga. Ser presidente, seguir en Moncloa, mandar... No hay una sola idea más, sino razones buscadas y manufacturadas ad hoc para justificar aquello que nos enfrenta, que nos disgrega, que nos hace desiguales y llena nuestras razones legales de injusticia. Así, dispuestos a flanquear lo que se ponga por delante, tampoco la Comisión de Venecia puede consentirse que sea obstáculo, de hecho, no importan el dictamen ni las consideraciones, Bolaños sale y afirma todo lo contrario que este órgano consultivo del Consejo de Europa y dicho queda. El que miente más y primero, gana dos veces... Debe ser algo así, adelantarse y faltar a la verdad con seguridad y firmeza lleva sin reparos a felicitarse, seguramente por el acierto no de lo hecho sino de la eficacia del falso relato. Lo que pasa es que todos estos desaciertos, mantener viva la legislatura muerta, andar sin presupuestos -Sánchez también decía que no era posible ni legítimo prorrogarlos- y transitar en alianza con los que ansían destruir el estado tiene las patas muy cortas.
Elecciones vascas, catalanas y europeas, abril, mayo y junio. Un calendario repleto al que añadir el trámite de la ley de amnistía en el Senado, la vuelta al Congreso y el fantasma de la autodeterminación. Es una hoja de ruta imposible, no hay cuerpo que lo aguante, ni nación que pueda soportar tanta letra torcida. Piensen esas elecciones vascas, con Bildu sí o no en el poder o la victoria, las catalanas con Puigdemont candidato, perdedor o ganador, esposado al llegar o no, y las europeas con sus votos de castigo particulares. Añadan Tribunal Constitucional y Tribunal Superior de Justicia de la UE. Desde que hay registros...
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