A veces la actualidad adopta unos tintes surrealistas difíciles de entender. En la Casa Invisible, por ejemplo, conviven dos universos paralelos que ni se rozan. Cada uno con su realidad, con su discurso totalmente fundamentado y con sus propias decisiones. Y ahora, cada uno poniendo ... en marcha un proceso de rehabilitación diferente para un mismo edificio. Pero todos sabemos que, al final, solo puede quedar uno.
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El Ayuntamiento ya ha seleccionado a la empresa que redactará el proyecto para reformar el inmueble del siglo XIX, un complejo de tres propiedades municipales con los achaques propios de la edad. En el pliego del concurso público, se indica que tendrá un «uso cultural» pero nada se sabe del qué, cómo, cuándo y con quién. Al mismo tiempo, el colectivo ciudadano que habita la Casa sigue desarrollando su propuesta de Arte Útil que persigue convertir la rehabilitación en una acción artística. La idea es documentar un proceso que aspira a ser participativo y respetuoso con la construcción original, para después reflejarlo en un documental. Han recabado varios avales internacionales y este viernes anuciaron el último: una exposición sobre los pasos que ya se han dado en el centro de arte contemporáneo VanAbbenMuseum de Eindhoven, en los Países Bajos. Será el 7 de diciembre y su director, Charles Esche, invitó ayer a su inauguración al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. Como si aquí no pasara nada.
En ambos casos hay una huida hacia adelante, sin mirar a los lados. Por si acaso. Porque el Ayuntamiento, tras volver a dar esperanzas al colectivo con sendas reuniones (casualmente) antes de las elecciones municipales de 2023, cerró de golpe la puerta al diálogo y a la negociación. Ahora ni confirma ni desmiente que haya pedido la autorización judicial para el desalojo, pero sí va cumpliendo todos los tramites administrativos para comenzar las obras, evidentemente, sin contar con quienes todos estos años han cuidado el espacio y lo han dotado de una actividad diferente, no oficialista, en el centro de Málaga. Por otro lado, La Invisible resiste pero cada vez con menos fuelle, sin posibilidad de celebrar eventos de calado abiertos al público y, por tanto, sin presencia en la agenda de la ciudad. Pese a todo, no se mueve de su sitio, no plantea un cambio de estrategia ni tiende la mano a una posible fórmula mixta –ni para ti ni para mí– para seguir con su labor social y cultural en la calle Nosquera.
Ninguno está dispuesto a ceder lo más mínimo. Cada uno hace como el que otro es invisible, a ver si de tanto pensarlo se convierte en realidad.
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