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La seudorreforma de la reforma del mercado laboral ha hecho aflorar un volcán de contradicciones, oportunismos, ficciones y postureos varios en la política nacional. A la expectativa del precio que estén dispuestos a cobrar los socios más radicales del Gobierno por apoyar in extremis un ... texto que se parece a la prometida derogación como un huevo a una castaña, la pelota está en el tejado del PP. Sánchez, que cuando se aferra a un tema (la renovación del CGPJ es el ejemplo más evidente) lo agota hasta que no da más leche, se dedica estos días a emplazar a la oposición para que apoye una reforma «de país». En eso coincide con los análisis de la FAES de Aznar que recomienda a Casado apoyar un texto que en esencia no hace sino bendecir las claves de la liberalización de la negociación laboral que puso en pie la ministra de Rajoy, Fátima Báñez. Es chocante que quien detenta el poder pretenda que los aspirantes a desalojarle hagan un acto de generosidad y le ayuden a sacar adelante una legislación que ni siquiera ha negociado con ellos. Pero Sánchez, recordado por su «no es no. ¿Qué parte del no, no ha entendido?» cuando Rajoy aspiraba a su abstención para evitar convocar nuevas elecciones, no conoce el sentido de la contradicción. Lo que no quita para que el PP de Casado tenga encima de la mesa un dilema importante.

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