Qatar: 100 muertos por partido
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La familia que gobierna Qatar tiene claro que, al amparo de la enorme riqueza en recursos naturales de país, el fútbol es un medio privilegiado para ganar «respetabilidad» ante el resto del mundo. Ha conseguido que Qatar sea sede de la Copa Mundial de Fútbol ... de 2022, y por desgracia, el pateo a los derechos humanos de inmigrantes, mujeres, homosexuales y otros sectores quedará en segundo plano frente al ensordecedor clamor en los estadios construidos a costa del dolor y la sangre de muchos trabajadores, la mayoría inmigrantes. Hace unos meses 'The Guardian' publicó un estudio con cifras estremecedoras: 6500 trabajadores muertos en Qatar en la construcción de infraestructuras para el mundial en el desierto. Esta sangría de seres humanos tiene su explicación en un sistema legal (vigente hasta 2020), denominado Kafala, una suerte de relación «laboral» equivalente a una esclavitud adornada de modernidad: el trabajador extranjero tiene un patrocinador (persona física o jurídica) como requisito para trabajar en Qatar, y el empleador es dueño de la vida del trabajador, hasta el punto de que puede retener el pasaporte y evitar el cambio de trabajo, a lo que se une la prohibición de la libertad sindical para los trabajadores extranjeros (casi toda la mano de obra del país). La mayoría de las empresas que han construidos los estadios han aprovechados estas «ventajas» laborales basadas en el sufrimiento inmisericordes de unos seres humanos, y tengo especial interés en conocer si alguna compañía española ha participado de esta inmoralidad, simplemente para prometerme a mí mismo no perder la oportunidad de preguntar a sus administradores y directivos si no se les cae la cara de vergüenza.
Llueve sobre mojado, ya que no es la primera vez que los dirigentes del fútbol internacional han demostrado el poco apego que tienen por la dignidad de los seres humanos, y así en 1978 el mundial se celebró en la Argentina de Videla. Parece que los derechos de las mujeres, inmigrantes y personas LGTB se la trae al pairo a la FIFA, cuya respuesta contundente para defender sus derechos ni está ni se la espera. Me temo que para esta tropa la codicia justifica cualquier barbaridad en una supuesta tradición (que no es otra cosa que la justificación de la opresión).
La selección de Dinamarca quiere usar una camiseta de entrenamiento que diga «derechos humanos para todos», y la FIFA no quiere permitirlo (con la excusa de la prohibición de mensajes políticos en la indumentaria deportiva). El fútbol, como el resto de los deportes, debe ser neutral respecto a la diversidad política, cultural o religiosa, pero nunca cuando de los derechos humanos se trata. El sr. Rubiales y los suyos tienen que elegir entre la dignidad o la ignominia, entre las víctimas o los verdugos.
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