Puigdemont
INTRUSO DEL NORTE ·
Deja memoria amarga y descendencia cainita. DEPSecciones
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INTRUSO DEL NORTE ·
Deja memoria amarga y descendencia cainita. DEPEl prófugo del maletero, 'el Lute' golpista con peluquín, el hombre que encendió las luces de alarma de que España se iba a tomar por ... retambufa abandona el liderazgo de su partido instrumental. Puigdemont deja así esa primera línea de su política, que hasta sus conmilitones, ya, pasados por el principio de realidad, veían como los estertores de un botarate.
España sangró por Puigdemont, se significó con el discurso del Rey aquel otoño catalán, y vuelve a sangrar con el sanchismo hasta no se sabe cuándo. Sin embargo, hay que hacerle aquí la mortaja y el sudario al pollopera de Gerona, el cuento reciente del cateto que se creía iluminado por la Historia y acabó en un chalet de Bruselas. En un chalet feo de Bruselas donde los Erasmus de Alcalá de Guadaíra y de Totana se juntaban para liarle pajarracas, estropearle la siesta y sacarle una butifarra cuando Carles se asomaba entre visillos. Yo he querido ir con mi peña, los sabios de Pedregalejo, pero quien ha visitado el chalet de marras dice que la excursión tampoco merece mucho la pena. Y habrá que hacerles caso, digo yo.
Fue Puigdemont, Carles, el que se hizo un tour por Europa y uno con los que empezó todo. Fue la cortina de humo de los mangantes que lo precedieron, que siempre le vieron el pelo de la dehesa. De la dehesa gerundense. Para sí es un mártir, y hay que recordar aquellos días de la DUI con la puntita, la independencia con contramarcha. Los camisas pardas de la CUP pidiéndole cuentas, y Puigdemont en carreteras secundarias y en un martirio de su monomanía. Y todo eso visto desde mi casa, y antes los policías que salieron de la comisaría de Los Corazones con algo más que aplausos mañaneros para que Rajoy los acabara metiendo en el Piolín, de tan infasto recuerdo para todo aquel que quiera tener memoria democrática.
Escribo con nostalgia cínica de Puigdemont, que desde Waterloo gastaba el tiempo en mariscadas en los buenos tiempos, y en eliminarme del tuiter, en los malos. Él era así, y también nos dejó Quim Torra como emisario suyo. Próceres ambos de los que ya nadie habla de mingitorio en mingitorio. Y es que yo vi a Puigdemont en la televisión un día azul en Málaga, y en otros días azules también vi a Vargas Llosa y la España digna tomando el AVE o el bus a Barcelona para decir que se tenían que acabar la mamandurria y el racismo en una parte tan querida de España.
Su reino no fue de este mundo, ni su abogado, pero como los libros de texto de Historia no lo recordarán, yo sí. Salió un iluminado en una España de pachorra. Nos acordamos también de lo bien que se llevaba Soraya con Junqueras, y de que cinco años no son nada.
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