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El prosista que prosó (sic) el caos

INTRUSO DEL NORTE ·

Lunes, 14 de septiembre 2020, 08:42

Creo que el último día de felicidad verdadera fue un día que me bajé a Dani Ramírez a Málaga a algo de dietarismo. Quiso conocer a Manolo Alcántara y Manolo, el pobre, nos atendió al teléfono ya en los estertores de esa existencia larga y próspera que nos regaló. Aquel día hablamos del «yo» en la crónica, del peso del lirismo para que el lirismo pese, y así nos quisieron cerrar un centro cultural que gestionaban funcionarios cumplidores, exactos pero con cintura. Cenó y se acostó pronto; yo algo hice en garitos prepandémicos.

Daniel Ramírez ha sufrido la pandemia en los ámbitos más cercanos. Lo cuenta y por eso tiene Madrid abierto, España abierta, para contarnos en su nuevo libro 'Salvoconducto-19' (Ed. Renacimiento) este «no tiempo». Daniel es prosista lírico, Ruano de su época, heredero de Alcántara que vive una época que no es la suya: por eso siempre hay una memoria histórica que en Ramírez suena como un clave bien temperado, que diría el otro. El día que me hostiaron en lo del Orgullo en Madrid ahí estaba, invitándome a cangrejos de río en lo de Pablo, parada y fonda de esa bohemia que le fascina y le atemoriza al mismo tiempo.

Ramírez, como muchos a más de 100 km de casa, hemos venido contando la tragedia que fue Madrid. Teníamos paseprensa/papela para pasear por la distopía, pero solo Ramírez fue capaz de ir a bucear al Retiro, al estanque, a ver cómo fornicaban las palomas y las carpas cuando la novena provincia de Andalucía se quedó vacía.

Tiene Ramírez, malagueño del Sadar -si la contradicción es admisible-, algo de joven guapo de la UCD que 'fuere sido' un sex symbol si a él, como a Valle- Inclán, no le hubiera fallado la época. Entre la prosa de su corazón navarro y sus repentes de escuchar a Juan Pardo y el «tú, cabrón, borra eso», Ramírez habita un mundo en el que los artríticos de AP y l@s guap@s de Cs le descuelgan el teléfono con igual desparpajo.

Su libro es periodismo literario, que es el único. Lo demás es malcontar la realidad sin las criadillas. Ramírez me teme como a un dolor de muelas cuando me infartan las reuniones, me evita en las tertulias de radio y por eso lo amo.

En el libro está contado ese Saigón que fue Madrid y que ustedes conocen por mis crónicas desde el WC, que es donde el wifi mejor llegaba y no entraban los aplausos populistas de los balcones.

Sí, en el sótano donde un jubilado y un vivales -El Orellana y El Tagarnina de Huelin- y yo pasábamos la vida entre mi spinning y sus lágrimas.

Mientras, Dani Ramírez le daba a la tecla, yo le buscaba novia al Enrique, o a su ex novia, que vive por Huelin y responde al nombre de Vito.

Cuando caiga el bicho, Ramírez vendrá a Málaga. Vengan. Habrá rubias y canapeo. Y nos reiremos.

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