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Tras la muy lamentable, injusta y inexplicable muerte a manos de un policía de Minneapolis (USA) de George Floyd por una maniobra de detención y bloqueo que lo asfixió hasta apagar su vida para siempre, las manifestaciones y los testimonios de dolor, protesta y exigencia de justicia, corren por Estados Unidos y el resto del mundo. Este hecho ha alineado un movimiento que comenzó en 2013 llamado 'Black lives matter' (las vidas negras importan) que ha traspasado fronteras. Las movilizaciones desgraciadamente también han dado paso a brotes de violencia y otras conductas muy rechazables, hasta con más muertes indeseadas. De forma reactiva y como expreso rechazo al racismo hoy también caen estatuas de personajes malos y buenos por buena parte del globo y van desde conocidos esclavistas y oscurísimos personajes hasta figuras históricas como el Almirante de la expedición española a América, Cristóbal Colón, o el defensor de los indígenas y creador de nueve misiones, el Beato Fray Junípero Serra. El juicio sumarísimo al pasado y sus protagonistas no sólo está lleno de borrones, inexactitudes y errores, sino que el ejercicio de rechazo y demolición de muchas de sus huellas sólo nos hace más simples e ignorantes.
Los vivos de cada instante son sin duda los protagonistas y regidores de ese instante. La humanidad no es sólo la que hay, también es la que hubo y la que habrá. Por ello no cabe que esos administradores temporalísimos se constituyan en superior tribunal de la historia como si lo pasado tuviese lugar en el presente, más allá de analizarlo con objetividad, rigor y justeza. No se pueden atajar los problemas del presente ni abordar las soluciones para conformar la sociedad de acuerdo sus aspiraciones de justicia, rechazando con ignorancia, incomprensión y hasta con ira a quienes habitaron este mundo, a su obra y pensamiento. Lo cierto es que hoy es tendencia general juzgar los y lo que hubo antes de nosotros sin atender hechos ni circunstancias.
La historia es el compendio de datos y sucedidos desde que se tiene memoria hasta el propio día de hoy. Los expertos y estudiosos investigan y trabajan para que lo que se apila como histórico sea el más cercano reflejo posible de la verdad, pero no siempre puede conocerse con exactitud la realidad ni suele haber unanimidad, ni siquiera científica.
Por lo que hoy sabemos hay una constante en el ser humano de todo momento y es la siempre infundada soberbia de creer que el pensamiento dominante, el código moral circulante, sus modos o sus usos y hasta sus investigaciones, descubrimientos o tecnología, son los definitivos. Ser el centro de la decisión por la sola constatación de vivir hoy y ser los provisionales protagonistas no debe hacernos creer que somos algo más ni más trascendentes de los que hubo antes que nosotros ni de los que habrá después. En vez de destruir iconos para vociferar que somos justos y benéficos, creemos las condiciones para que hechos como el de matar a George Floyd no se repitan jamás y construyamos y garanticemos la igualdad real entre todos los seres humanos, que eso sí nos toca.
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