Por ahora

El príncipe de la Mareta

Domingo, 25 de agosto 2024, 02:00

Estos días de cuponazo o superconcierto nos devuelven a una realidad insistente de continuo sobresalto gubernamental. No es que el verano haya sido apacible, pero ... el sopor y la playa adormecen al más pintado, aunque sean segundos. La verdad es que no se entiende muy bien que por el hecho de que Pedro Sánchez sea presidente de gobierno elegido en el Congreso como tal, haya que presenciar su veraneo en un palacio, con invitados y lujos indefinidos pero ciertos -y muchos-. Este descaro para gastar a manos llenas y, a la vez, darnos sermones de impuestos, sanidad y educación, forma parte de este día a día tan extraño como realmente cínico e indecente. Así puestos, nuestros escolares dejarán de leer cuentos y constituirá un gran acicate para lograr metas poder llegar tan lejos como el príncipe de la Mareta. No se sabe mucho más, pero el veraneo ostentoso -exhibicionista- de palacio habla por sí solo y, desde luego, que ningún pelota salga a hablarnos de 'seguridad', como hacen para justificar la usucapión del 'falcon' para todo y el 'puma' para los pequeños desplazamientos. El ejemplo que da este personaje es verdaderamente inigualable e inmoral... Claramente la 'resistencia' de Pedro (pr.) a plantearse su marcha -sin presupuestos y pactando todos los días lo que sea para apuntalar su imposible mayoría- tiene que ver con la horrorosa siquiera posibilidad de abandonar salones y jardines, privilegios y comodidades al alcance de casi nadie. ¿Quién se va a querer ir, por Dios? Cabe pensar en Downing Street, 11 -residencia de los primeros ministros de Reino Unido, a pie de calle, con toda la seguridad y gran corrección, pero sin el más mínimo exceso-.

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En democracia los gobiernos son los que ha respaldado la mayor parte de una sociedad de acuerdo con un programa, pero a veces actúan y deciden lo inesperado, en este caso demasiadas veces, todo el tiempo. Es atronador el rosario de sorpresas y pactos contrarios a lo expresamente comprometido, la burla a la evidencia y la negativa a rendir cuentas. Empieza a abrirse paso la especie de sentirnos rehenes de la Montero, «concierto sí o no», «nunca», «singularidad» y extrañas definiciones de la solidaridad. O rehenes del jefe Sánchez -nuestro secuestrador institucional- y del entramado monclovita; es que nos tienen 'cogidos'. La burla a la Constitución que supone la ruptura del sistema fiscal es una de las más grandes aberraciones protagonizadas por Sánchez, junto a la ley de amnistía, que pudiéramos imaginar. Nunca pudo institucionalizarse mayor desigualdad. No somos un estado federal, ni confederal, ni plurinacional. Si alguien lo sueña o lo desea que se atenga a lo previsto para reformar la Constitución, lo demás es dictadura, Príncipe.

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