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Pobre San Juan... Qué habrá hecho para que lo rememoren cada verano con semejante baño de porquería. Se acerca la fiesta de los Júas y las moragas, y otra vez veremos esas estampas de la vergüenza, con la arena y el rebalaje llenos de bolsas ... de plástico, botellas, latas y más restos que da pudor enumerar. Es verdad que los servicios de limpieza son efectivos, entran con el mismo amanecer y lo dejan todo como una patena en pocas horas. Pero no podrán evitar que parte de esa basura llegue al agua, donde las tortugas y los delfines la confundirán con comida y morirán por ese error; o habrá peces que seguirán la misma suerte al verse enredados y enganchados. Por no hablar de los restos que se depositarán en el lecho marino, y allí seguirán haciendo estragos durante décadas. Así lo denuncian organizaciones científicas y ecologistas año tras año, y siempre con el mismo éxito, que es ninguno.
Lo peor de todo es que toda esta situación es fácilmente evitable, pero a nadie le da la gana. La solución pasa sobre todo por la responsabilidad de cada uno, y es un gesto de conciencia tan sencillo como barato (gratis) y simple: recoger los envases de lo que se haya llevado a la playa y ponerlo en un contenedor. Y si se recicla, ya ni te cuento, pero no espero tanto, ni mucho menos, para una noche como esta. Me conformaría con que al menos se recogiera y se pusiera en la basura, pero no hay forma. Tiene razón la concejala de Limpieza de Málaga, Teresa Porras, cuando dice que el problema de la suciedad es la falta de colaboración ciudadana. Cualquier día, no hay más que estar un rato en la calle para encontrarse incontables gestos de incivismo. Y la noche de San Juan, sumen el cansancio y la cogorza.
Hay otra opción. Lo que no hay es ningún alcalde ni equipo de gobierno que se atreva a ponerla en práctica. No sería tan difícil prohibir los botellones descontrolados en las playas, salvo las moragas autorizadas, y que no se pueda acceder con bolsas de la compra para emborracharse en la arena, que al final es en lo que se resume esto. Pero es ni se lo plantean, así que tocará volver a ver las imágenes de la vergüenza de cada año al amanecer del 24 de junio.
En Málaga, estamos pendientes a los últimos avances en la tecnología para ser más eficientes y ecológicos, para consumir menos agua, para producir electricidad renovable y reducir los combustibles. Nos dan la tabarra contra las bolsas de la compra y los productos envasados. Y mientras, cada año una sola noche de fiesta nos recuerda lo poco que hemos avanzado como sociedad sostenible. Triste mérito el que le toca aguantar al pobre San Juan.
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