La Real Federación Española de Fútbol acaba de elegir presidente a Rafael Louzán. Temo que no esté a la altura. Es cierto que pesa sobre él una condena por prevaricación, y eso parece facultarle para el cargo, pero no le veo capaz de agarrarse los ... huevos en el palco o de pegar morreos intempestivos a las centrocampistas. Los periódicos nos informan, además, de que Louzán presentó recurso ante el Supremo, por lo que podría acabar exonerado. Esto resultaría inadmisible. ¡Un presidente libre de cargos! ¿Dónde se ha visto eso? Una selección fulgurante, capaz de alinear juntos a Lamine Yamal y a Nico Williams, necesita un hombre con prolijos antecedentes delictivos en el palco, que no se arrugue ante los comisionistas profesionales de la FIFA.

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Si a Louzán finalmente lo absuelven, habría que convocar de manera urgente una moción de censura y buscar a otra persona con mejor currículum. Es una pena que a Víctor de Aldama, expresidente del Zamora, le diera por la política y los hidrocarburos porque habría sido el candidato ideal para defender en cualquier foro la probidad del fútbol español. Nos queda aún libre Koldo, veterano aizkolari, que en su momento hubiera sido un magnífico dirigente del Logroñés: el último presidente que tuvimos se esfumó después de asegurarles a los jugadores, a los que no pagaba, que les había dejado el dinero en un furgón blindado aparcado en un puticlub. Gente así necesitamos. Hay que buscar un líder que sea capaz de tratar de tú a tú al príncipe Bin Salmán, flor del desierto saudí, charcutero de periodistas y organizador del Mundial 2034. Tipos recios, campanudos, gallardos, a ser posible con idiomas. A Bárcenas lo acaban de soltar de la trena; ahí lo dejo.

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