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La 'Hoja de Ruta', esa especie de planificación y cuadre de fechas, iniciativas y acontecimientos, no forma parte de la documentación habitual del cartapacio de ... Sánchez. O, al menos, se trata de una previsión de sólo unos días y que tiene que ser modificada o rehecha casi cada jornada. Cuando el pasado 23-J los pírricos resultados de todos increíblemente invitaron al líder socialista a crear una mayoría dispersa, irreconciliable y compuesta por grupos o partidos que no se llevaban ni iban a llevarse, la inestabilidad estuvo servida. El PSOE de Pedro Sánchez no ganó, perdió por una diferencia de 16 escaños frente a su máximo competidor, el PP. Hay que recordarlo, pues la omnipresencia del Presidente puede hacernos trampas en la memoria. Así las cosas, la pretendida mayoría parlamentaria no suele serlo. El Gobierno pierde una y otra vez las votaciones en la que está compelido y las Cortes no sustentan su acción ni respaldan sus iniciativas. La ausencia de presupuestos, o la irrupción de situaciones, como la del reconocimiento del Presidente Edmundo González contra la voluntad del Ejecutivo, conforma una auténtica anomalía que precisa de decisiones urgentes. Un gobierno democrático no puede permanecer sin apoyos parlamentarios, pues su continuidad, en ese caso, supone una imposición. Ya se sabe que siempre puede abusarse de cierta ingeniería procedimental, plenos no convocados o decretos unilaterales de contenido y materia no consultados, pero es algo insostenible políticamente hablando. Escuchar aquellas palabras de Sánchez de 'hoja de ruta a cumplir con o sin el poder legislativo...' es poner la oreja a una aberración democrática inédita en Occidente y en una Monarquía Parlamentaria.
La Legislatura -es de temer- aún dará de sí, pero está acabada, terminó el día de la aprobación de la ley de Amnistía. Huir hacia delante, usar y abusar de posiciones o presencias en las instituciones de la UE, reconocer a Palestina, viajar a China o imponer determinados relatos humanitarios sin resolver, son acciones que sólo traen exiguas ganancias de tiempo. Cada paso es un error, vean el nombramiento de Gobernador del Banco de España y también la subgobernadora. Vean cómo la Fiscalía General del Estado se acerca al cénit de su fracaso. No digamos la «financiación singular de Cataluña» -concierto o cupo-, un modelo que rompe la igualdad y nos aboca a una importante subida fiscal, que raramente verá la luz... Comprometer los cimientos del sistema y la arquitectura constitucional en cada decisión o torpe acuerdo, para seguir amaneciendo en Moncloa al grito de «¡no es nada!», es desolador y debilita credibilidades personales y políticas inexorablemente. El día que Pedro Sánchez soñó con una «mayoría progresista» suficiente, a la luz de unos números terribles, estaba, eso, soñando... ¿Lo pillas, Presidente?
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