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José M. Domínguez Martínez
CATEDRÁTICO DE HACIENDA PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Sábado, 12 de abril 2025, 02:00
Si hay un indicador estadístico 'resiliente', este es sin duda el PIB por habitante. A pesar de que son incontables las veces que hemos asistido, ... si no a su funeral, sí, como poco, a su destierro, sigue ocupando un lugar destacado en el cuadro de mando utilizado para vislumbrar el desempeño económico de los distintos países. Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea (UE), acaba de hacer público un avance de los datos de dicho indicador para el ejercicio 2024.
El PIB (producto interior bruto) per cápita mide el valor de la producción de bienes y servicios de un país, durante un año, dividido por el número de habitantes, tomando a tal fin la población media del año. El PIB incluye tanto los bienes y servicios que se venden en el mercado, como aquellos otros suministrados por las administraciones públicas y las instituciones sin fines de lucro. En el primer caso, para la valoración de los bienes y servicios se toman los precios del mercado; en el segundo, al no aplicarse estos, se recurre esencialmente a los costes de producción.
El PIB es una medida representativa de la actividad económica realizada, y también se utiliza como una aproximación del nivel desarrollo económico alcanzado, ya que, con algunos ajustes por las relaciones con el exterior, equivale a la renta nacional. No obstante, se trata de un indicador limitado y sujeto a una serie de deficiencias: no tiene en cuenta la mayor parte del trabajo doméstico en los hogares, no considera el deterioro medioambiental originado por las actividades productivas, y obvia la desigualdad en la distribución personal de la renta nacional.
Los datos del PIB per cápita ofrecidos por Eurostat están expresados en paridades del poder de compra, de forma que están ajustados por las diferencias en los niveles de precios. De no hacerlo, se obtendría una visión distorsionada de la realidad, ya que se daría una sobrestimación de las cifras del PIB de los países con elevados niveles de precios, en comparación con los países con menores precios.
A partir de los datos de 2024, quedan configurados cuatro grupos de países dentro de la UE: a) 10 países (Luxemburgo, Irlanda, Países Bajos, Dinamarca, Bélgica, Austria, Alemania, Suecia, Malta y Finlandia) presentan un nivel de PIB por habitante superior a la media de la UE (100); b) 6 (Francia, Italia, Chipre, España, República Checa y Eslovenia) tienen una cifra superior al 90% de la media e inferior a esta; c) otros 8 (Lituania, Portugal, Estonia, Polonia, Rumanía, Croacia, Hungría y Eslovaquia) tienen un PIB per cápita comprendido entre el 75% y el 90% de la media; y d) 3 (Letonia, Grecia y Bulgaria) quedan por debajo del 75%. Los valores máximos corresponden a Luxemburgo (241%) e Irlanda (211%), y los menores a Bulgaria (66%) y Grecia (70%). Alemania presenta un 115%, Francia un 99%, e Italia un 98%.
Con un 92% respecto a la media de la UE, España aparece situada en el puesto 14º de 27, prácticamente equiparada con Chequia y Eslovenia. Nuestro país se encuentra en peor situación relativa que en el año 2000, cuando llegaba al 97%, ocupando el puesto 12º. A lo largo del período 2000-2024, entre los años 2002 y 2009 estuvo en la media o por encima de esta, con un máximo del 105% en 2006; el mínimo se alcanzó en el año 2020 (83%).
Por otro lado, respecto a la evolución de la dispersión entre los países de la UE, después de años de una notable estabilidad, especialmente en los últimos se aprecia una disminución de dicha dispersión, lo que es representativo de una tendencia a una cierta convergencia. A efectos de las comparaciones, resulta crucial la utilización de las referidas paridades del poder de compra. Si no se emplean estas, y se toman simplemente las cifras del PIB real, la proporción de España (27.770 euros) respecto a la media (33.530 euros) sería, en el año 2024, de un 83%, en lugar de un 92%.
Entre los años 2000 y 2024, el PIB per cápita promedio de la UE se ha incrementado aproximadamente en un 30%. Este porcentaje de variación es el resultado del juego de tres factores: un aumento del empleo respecto a la población total del orden de un 10%, una disminución de un 7% en el número de horas trabajadas por persona empleada, y un aumento de un 25% de la productividad por hora trabajada. En este período, se ha ensanchado la brecha entre Estados Unidos y la UE, que, en términos de PIB per cápita en paridades del poder de compra, se sitúa en el 34%. Alrededor del 70% de esa brecha se explica por la menor productividad de la UE; el resto, por la menor contribución del trabajo (efecto combinado de una menor tasa de empleo y de un inferior número de horas de trabajo).
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