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Periodismo perentorio

El rayo verde ·

Viernes, 1 de febrero 2019, 00:07

Cuanto más conozco las redes sociales, más quiero a los periodistas. A estas alturas del partido, cuando cada vez más voces denuncian las perversiones en la red, cuando los detectores de mentiras son cada vez más útiles, el trabajo de la gente 'que le cuenta a la gente lo que le pasa a la gente' es perentorio. Tras años de depresión por la crisis a causa del modelo tecnológico y de negocio, tras despidos y cierres sin cuartel, creo que se invierte la tendencia y se pone más en valor la necesidad del buen periodismo.

Este no quiere ser un artículo gremial más, sino una modesta reflexión acerca de un fenómeno que alarma por fin a amplias capas sociales, que creyeron quizá con ingenuidad que la intermediación social de los medios convencionales se vería sustituida cómodamente por el mal llamado 'periodismo ciudadano'. Digo quizá porque creo que no fue tan 'naïf'. Se trataba de hacer desaparecer el filtro de la verificación, del espíritu crítico, para colar las trolas, pomposamente llamadas 'fake news' o 'hechos alternativos'.

La sociedad ha caído en la trampa de la gratuidad. Cuando todo es gratis, el producto eres tú, me dijo un día la jefa de Telefónica en Andalucía, ahora en la cúpula de la empresa. Así vemos que se trafica con nuestros datos, que se usan para manipularnos y orientar nuestras conductas, nuestros votos. Naturalmente a favor de unos intereses muy concretos, no por La Paz en el Mundo. La caída de los medios, la crítica situación de los balances, la precariedad de la profesión, era parte del guión de la gran regresión en ciernes, del pretendido ocaso de la democracia, del retorno de la tiranía. Así lo detecta Timothy Snyder en su recomendabilísimo libro:

«Nos parece normal pagar al fontanero o al mecánico, pero exigimos noticias gratis. Si no pagáramos al fontanero ni al taller mecánico, no podríamos aspirar a beber agua ni a utilizar el coche. Entonces, ¿por qué creemos que podemos construir nuestras valoraciones políticas sobre la base de una inversión cero? Recibimos en función de lo que pagamos».

Las amenazas se multiplican. Me hablan de un programa capaz de escribir de forma automática textos que pasarían por los de cualquier autor, mientras leo que el Pentágono lucha por desenmascarar las 'deepfakes', vídeos confeccionados por inteligencia artificial en los que alguien aparece diciendo algo que jamás ha dicho... Están luego los impenetrables algoritmos, la presión de la conversación global, incansable, inabarcable, muchas veces falsa, la confusión de los espacios, las barreras para llegar a los datos. El criticado plasma ha quedado superado. Ahora se despacha una mañana de ronda con los agentes sociales con un tuit, como ha hecho la Junta andaluza, y así se va achicando el espacio.

Snyder, en su 'Sobre la tiranía', da pautas claras que conviene atender: «Comprende las cosas por ti mismo. Dedica más tiempo a los artículos largos. Financia el periodismo de investigación suscribiéndote a los medios impresos. Sé consciente de que una parte de lo que se ve en Internet está ahí para perjudicarte. Infórmate sobre las páginas web que investigan las campañas de propaganda (algunas de las cuales proceden del extranjero). Asume la responsabilidad de la información que intercambias con los demás».

Ya suenan todas las alarmas. Hay que escucharlas.

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