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Mi Pepe Domingo

INTRUSO DEL NORTE ·

Abrir el corazón aunque truene. No hay otra

Lunes, 24 de enero 2022, 07:48

Siempre fui de Pepe Domingo. Desde antes de aquel día lejano en el Centro Cultural del 27, donde el ministro de Deportes de Tabarnia, Tomás ... Guasch, me tiró un caramelo de menta. Quizá de esto hará más de veinte años o no. Pero yo, niño crecido en la radio desde antes de conocer el secreto de los Reyes, lo recuerdo con imágenes. Con el zoom de la memoria, aquel día el Málaga remontó al Barcelona. Entonces era Basti, y Catanha, y Bravo. Y yo entraba con el aparataje radiofónico en la antigua Rosaleda y hasta aprendí a soldar cables y la maravilla, tecnológica, que esconde un micrófono. Por eso, y porque me invitó, fui el jueves a la presentación del libro de Pepe Domingo Castaño. Él, contra nosotros, fue niño de lluvias a las orillas del Sar, como le cantaba Rosalía, aquella poetisa que a los castellanos de todas latitudes nos puso a parir. La cuestión es que la serendipia, la casualidad, el Dios burlón de las cosas corrientes, nos puso un libro y una presentación a la hora del aperitivo. Fue en esa Málaga interior que es Madrid y pasó hasta Ayuso, hablando de la 'saudade' que tienen las tardes de domingo. Que por cierto, hablando de domingo, fuimos a ver a Pepe Domingo con el viejísimo amigo Germán Mansilla y muchos otros. Pepe, amigo, es memoria lista, fue opositor a santo pero vio que la santidad es un camino para unos pocos. Igual que la radio. Yo a Pepe, que ganó el Alcántara, lo quiero. Lo quiero igual que a mi psiquiatra, a mi perro Lupo y a la última foto que tengo, precisamente, con Alcántara. Vivir es contar y «rajar» con verdad y compasión. Y hablar de un cortacésped con la misma pasión que de un infarto silente.

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