![Pensiones, autónomos y otras letanías](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2024/04/06/web_Sur_4%20abril%207-khU-U2102024666433FJE-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
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Con las pensiones parece pasar lo mismo que con el cuento de 'Pedro y el lobo', pero al revés. Muchos expertos llevan años advirtiendo de la insostenibilidad del sistema, apoyando sus análisis en datos objetivos, pero todo el mundo mira para otro lado intentando así ... ignorar un problema que, como un meteorito, se acerca inexorablemente hacia España. Aquí, imagino que como en otros muchos países, parecemos vivir en una arcadia feliz, confiados en que nunca pasará nada, en que todas esas alarmas y esos pronósticos catastrofistas nunca llegarán a producirse.
Actualmente, España destina ya el 40 por ciento de su presupuesto al pago de las pensiones a más de nueve millones de jubilados y el modelo empieza a dar signos evidentes de agotamiento, hasta el punto de que cada año el saldo de la seguridad social –la diferencia entre los ingresos por las cotizaciones y el gasto por las pensiones contributivas– arroja un déficit de 26.200 millones de euros. Cada ejercicio el Estado inyecta una media de 38.000 millones de euros a la Seguridad Social vía Presupuestos Generales del Estado para compensarlo.
A esto hay que añadir que actualmente hay 2,2 trabajadores en activo por pensionista y en 2050 la cifra se reducirá a 1,35 empleados por jubilado. En 2030, por ejemplo, la población activa bajará si nada lo remedia del 65 por ciento actual al 57 por ciento. En ese mismo año, las personas de más de 65 años jubiladas pasarán del 20 al 30 por ciento.
Y eso, especialmente, por el impacto de las jubilaciones de la generación de 'baby boomers', como se conoce a los nacidos entre 1958 y 1977. Para hacernos una idea, en Málaga hay actualmente 171.000 pensionistas y en los próximos 15 años se jubilarán 226.000 malagueños de esa generación.
Todos esos datos son sólo un pequeño ejemplo de la situación del sistema. Es cierto que a muchas personas les da repelús hablar del futuro de las pensiones, pero alguien, especialmente aquellos que tienen la responsabilidad de garantizarlas, deberían pensar en medidas alternativas con el fin no sólo de asegurar el cobro de pensiones de las próximas generaciones sino de evitar en lo posible el expolio generacional que se está produciendo y, además, preservar las arcas del Estado. Cuesta escribirlo e imagino que leerlo, pero hoy por hoy estamos dejando un país en quiebra a las próximas generaciones, con una deuda y un sistema de pensiones insostenibles.
Unos hablan de retrasar la edad de jubilación a los 70 años, otros de establecer planes de capitalización en los que los trabajadores aporten con su propio ahorro. Hay quienes consideran irremediable la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones o que deberán financiarse con otros impuestos y cuotas sociales. Y todo ello sin entrar en la necesidad de incrementar como sea el volumen de la población activa.
Tengo asumido que muchos lectores calificarán de agorero este artículo e incluso alguno se llevará un mal rato, pero la realidad es tozuda, como vino a decir la consejera de Empleo de la Junta, Rocío Blanco, en un foro organizado esta semana por SUR y Garantia. Urgen renovar el Pacto de Toledo y asumir la realidad por desagradable que parezca.
Pero es que durante este foro también se habló de productividad, formación, desempleo y de la actual situación de los trabajadores. Y entre ellos, los autónomos, prácticamente olvidados por las administraciones y vapuleados por un sistema que no termina de comprender la enorme casuística que hay en el trabajo por cuenta propia y en la necesidad de adaptar la carga fiscal a cada situación. Hoy por hoy ser trabajador autónomo o realizar trabajos esporádicos o complementarios es una auténtica carrera de obstáculos que desanima, aburre y excluye a muchos posibles trabajadores. Sin olvidar el grave problema por la precariedad de muchos salarios.
La conclusión es que el sistema de pensiones, la formación para el empleo, el régimen salarial y la normativa, por ejemplo, de los autónomos sigue casi igual que hace décadas, a pesar de que el mercado laboral se ha transformado de manera radical en los últimos años. Por ello sería preciso adaptar el modelo a este nuevo mundo. Prueba de esto es que en Andalucía y en Málaga, con altas tasas de desempleo, cada año faltan trabajadores en sectores tan importantes como el tecnológico, servicios o agricultura.
Los empleos ya no son como hace 25 años, ni la formación ni los propios trabajadores, especialmente los más jóvenes, ni las empresas ni el emprendimiento ni la mentalidad de los profesionales liberales. Nada es como antes pero en materia de pensiones, empleo y formación todo parece como siempre. Y es ahí por donde habría que empezar. Si se pusiera el mismo empeño que muchas administraciones tienen en aumentar la carga fiscal, en buscar nuevos modelos para facilitar el empleo, la gestión empresarial y el desarrollo profesional y garantizar el futuro de las pensiones, quizá no habría por qué escribir esta letanía laboral.
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