Secciones
Servicios
Destacamos
LORENZO SILVA
Martes, 18 de septiembre 2018, 08:24
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha convocado a representantes de la sociedad civil para conmemorar sus cien días de mandato y apuntar las líneas estratégicas del proyecto que propone en el horizonte de 2030, con la perspectiva, según ha dicho y reiterado, de que la tercera década de este siglo no sea una «década perdida», como la segunda, sino una «década ganada». El eslogan es bueno y sin duda eficaz, en términos de comunicación política, como también lo fue esa maniobra de anunciar la propuesta de una reforma exprés de la Constitución para suprimir los aforamientos. Un anuncio que le aseguraba el titular y que en cierto despacho genovés, donde desde hace unas cuantas semanas andan esperando buenas noticias del Tribunal Supremo, debió de recibirse como un tiro en la barriga.
Sin embargo, no es nada de lo que queda señalado el objeto de estas líneas, sino uno de esos aspectos en los que nadie suele reparar en estas ocasiones y que, de hecho, hasta fecha reciente, ni siquiera formaban parte del discurso. Hasta en tres ocasiones aludió Pedro Sánchez a la trascendencia de la cultura, el valor de la industria cultural y, lo que es más llamativo, los derechos de los creadores -esa bicha que otros han rehuido siempre mencionar, por no cosechar determinadas aversiones- como elementos de su proyecto estratégico para España. Para los que asistimos al debate político desde nuestro trabajo en ese sector cultural, por lo común relegado a un papel sólo decorativo, cuando no es objeto de la indiferencia y hasta la inquina de los gobernantes, la triple mención es una llamativa novedad, que no convertimos en esperanza por culpa del escepticismo que nos han hecho alimentar con décadas de incuria y abandono. Con todo, hay que reconocer que ya significa algo pasar a ser parte del discurso, con una reiteración que supone un claro énfasis y deja adivinar una intencionalidad. Ahora tan sólo falta que ese subrayado, que por ahora es sólo retórico, se traduzca en acciones concretas: que la cultura, sus trabajadores y sus gentes, incluidas por fin en el discurso del poder, pasen a formar también parte relevante de sus políticas.
No lo tiene fácil el presidente, aun si sus intenciones son sinceras. Seamos claros: la cultura no termina de ser asunto de Estado, en tanto que hay partidos en la derecha, como el PP, que una y otra vez la han identificado como su enemiga; y otros en la izquierda, como Podemos, que siguen anclados en una pertinaz fobia a la protección de los derechos legítimos de los creadores, como han probado la semana pasada votando contra la directiva que trata de defenderlos. Otra actitud ha mostrado Ciudadanos, pero con sus escaños, hoy por hoy, no se suma mayoría.
Así que por ahora, parece, nos quedaremos en el discurso.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Rescatados ilesos dos montañeros tras pasar la noche a la intemperie en Gredos
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.