Por ahora

La paradoja del agua

Domingo, 10 de diciembre 2023, 01:00

Los tiempos que corren en España, aparte de leyes de amnistía, referéndums por venir, reuniones opacas -y, por tanto, clandestinas- en Suiza, así como otras lindezas alarmantes, son de ciclo de sequía. Es, guste o no, la famosa «pertinaz sequía», a la que Franco se ... refirió tantas veces, un factor que disminuía el entusiasmo populista de sus cuadros políticos. Pues bien, ha vuelto la falta de lluvia y, a pesar de supuestos intentos, el problema del abastecimiento no está resuelto. Los negacionistas de los embalses, los azudes y las presas, pasan un momento delicado, pues lejos de ser suprimidos, todo indica que debieran aumentar en gestión, dirección, recrecimientos y aumento de los mismos. Recordemos que vivimos en un mundo compuesto sobre todo por agua, tres cuartas partes de la superficie de la tierra están cubiertas por agua. La mayor parte de ese agua -inagotable- es salada. Lo que separa esa inmensa cantidad de agua de su distribución y consumo es aplicarle la tecnología más puntera de desalación y su conexión con las redes existentes. A fecha de hoy las técnicas desaladoras -normalmente por ósmosis inversa y resueltos ya los inconvenientes de las salmueras resultantes- han evolucionado mucho y, sin una inversión desmedida, pueden aplicarse a todas las toneladas necesarias. Pero hay que ponerse a ello. Es crucial dotar a España de soluciones directas e inmediatas para afrontar las carencias que la sequía produce. Si, de pronto, llueve en cantidad generosa, también habrá que continuar en la construcción y acometimiento de una red suficiente de tecnología y unidades de desalación para cuando, como ahora, esto no ocurra. Definitivamente hay que dejarse de lamentos o 'mesas del agua', en las que se habla mucho y se resuelve poco, abandonar todas esas recetas de 'ducharse menos' o arrancar cultivos. Hora es de que las administraciones afronten su deber y servir los caudales necesarios para beber y trabajar.

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Los anuncios en este sentido del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, merecen ser aplaudidos. La inmediata puesta a disposición de desaladoras móviles, a la vez que se aprueban todos los proyectos necesarios de construcción de desaladoras definitivas, pueden solventar a la voz de ya la carencia actual. Una desaladora móvil -según el subdirector general del Instituto Andaluz de Domótica y Eficiencia Energética de la Universidad de Málaga, Salvador Merino, se puede poner en funcionamiento, a partir de disponer de ella, en tres meses. Nuestra administración en general requiere siempre de unos interminables plazos -que debieran modificarse-, olvidando que deben estar al servicio del ciudadano, parece ser que las formalidades para estas unidades móviles son leves, no así para las desaladoras fijas. Pongamos manos a la obra, ello será actuar con responsabilidad y acierto ante la situación actual.

Tenemos agua y tecnología, esperar que llueva no es sólo penoso, sino muestra de la más grave incompetencia. El camino que marca Juanma Moreno, así como la iniciativa del alcalde de Estepona, José María García Urbano, de construir por cuenta municipal una desaladora -una gran lección de eficacia y responsabilidad-, son la senda a copiar por todos. Entre tanto, del Gobierno de España nada se sabe tampoco en este asunto.

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