En Francia se debatieron en la tarde del lunes dos mociones de censura contra el Gobierno por la reforma de las pensiones, de las que una no prosperó por solo nueve votos. Una reforma de gran calado social, impuesta por decreto y que cuenta con ... un significativo y contundente rechazo ciudadano. Desde ayer se celebra otra en el Parlamento español. Ramón Tamames, un veterano economista con una curiosa trayectoria política, es presentado como candidato a la presidencia del Gobierno por Vox. Parecen haberse juntado el hambre con las ganas de comer. La formación política de Santiago Abascal no parece haber encontrado a nadie más que aceptara protagonizar esta pantomima parlamentaria y Tamames reconoce sin tapujos que ningún otro partido le había propuesto subirse a la tarima porque seguramente le habría dado igual cualquier otro.
Las expectativas generadas por esta esperpéntica moción de censura, por mínimas que fueran, han quedado ampliamente defraudadas. En su discurso, Tamames ha desgranado sin orden ni concierto una retahíla de observaciones triviales bastante tópicas cuyo único hilo conductor es descalificar al Gobierno por sus malas compañías. El candidato parecía contento de tener este breve momento de gloria personal, como si estuviera protagonizando un hito histórico. Incluso ha pretendido interrumpir al presidente del Gobierno durante su alocución, cual si estuviera en una tertulia de café y no en sede parlamentaria. Su avanzada edad no disculpa su lamentable actuación, puesto que nada ni nadie le ha obligado a subirse al escenario para representar tan triste papel, salvo su propia y narcisista vanidad.
Con todo, la democracia española tiene algo que agradecerle al efímero candidato a La Moncloa, quien ha reconocido ser consciente de que no contaba con asumir esas funciones, lo que le absolvía de brindar solución alguna. En el hipotético caso de haber triunfado su investidura, sencillamente no habría podido aceptar una responsabilidad que le habría puesto en un grave aprieto. Su solemne intervención ha evidenciado la falta de alternativas a las actuaciones del actual Gobierno. Teóricamente Tamames ha sido el portavoz del programa político de Vox y, por extensión, de un PP que cuenta con abstenerse porque necesita entenderse con Abascal para formar gobiernos autonómicos o cualesquiera otros. Afirmar que la memoria histórica divide resulta cuando menos chocante, al tiempo que se recuerdan las miserias de la II República española y no se mencionan los funestos legados de una dictadura franquista muy añorada por Vox.
Resulta triste que un ilustre miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas repita ciertos eslóganes concediendo crédito a ciertas consignas de poco fuste. Tamames constata un deterioro del sistema público sanitario y educativo, y defiende la gestión privada por su presunta mayor eficacia, sin reparar en la paulatina privatización y el sostenido desmantelamiento de ambas prestaciones aplicadas por una implacable lógica ultra-neoliberal. El acceso a la vivienda es un problema crucial y demanda una mayor oferta pública, pero a esto no contribuye vender los parques de vivienda social existentes a 'fondos buitre'. También le ha reprochado a Sánchez el no respetar la división de poderes cuando son sus avalistas quienes impiden renovar el Poder Judicial y se precian de hacerlo.
Algunos recordamos a Ramón Tamames como primer teniente de alcalde madrileño, cuando Tierno Galván ganó unas elecciones contra todo pronóstico y contó con el apoyo del Partido Comunista en sus momentos álgidos. Este tándem dejó muy distinto recuerdo. Al 'viejo profesor' se le recuerda por sus bandos y su particular estilo. A Tamames, por haber impedido que, tras la muerte de Tierno, el socialista Juan Barranco revalidara su mandato. ¿Le habría gustado hacer algo similar ahora? No le tienta ser presidente, pero quizá sí contribuir a quitar y poner. Patético.
En la réplica el candidato se ha limitado a tirar de chascarrillos y a provocar carcajadas no por su ingenio, sino porque rozarían la payasada si no fueran de una gravedad escalofriante. Se molesta porque le recuerden a Blas Piñar, pero acusa de la Guerra Civil a Largo Caballero sin pestañear ni perder la compostura, lo cual justifica el golpe militar del 36 indirectamente. Convertir un mecanismo tan serio como la moción de censura en una farsa es algo que no debería salir gratis. La pantomima parlamentaria orquestada por Vox con el silencio del PP y protagonizada por Tamames ha devenido en una contra-moción de reinvestidura que refuerza, desde luego, al presidente del Gobierno actual. Cuando les toque hablar a las urnas deberían recordar lo acontecido en este mal simulacro de censura, que ha sido una farsa. Como le ha recordado Yolanda Díaz, ha faltado presentar un programa de gobierno.
Personalmente me ha molestado mucho que se invocaran en vano los respetables nombres de Alfredo Pérez Rubalcaba y Antonio Machado como adorno retórico de un discurso tan banal.
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