Orgullo de españoles

Es verdad que en los inicios de la catástrofe hubo un cierto momento en el que la sociedad parecía estar como anonadada, pero se comprende: la parálisis por lo sucedido era total y absoluta. El terror, el desastre, las imágenes desoladoras nos dejaron a todos sobrecogidos, sin saber reaccionar, pero eso sólo fueron una horas, porque los españoles supieron estar a la altura, y ahí siguen, mostrando que Fuenteovejuna no es sólo el título de un libro o el nombre de un pueblo, sino algo que forma parte del ADN patrio. Curioso que los ciudadanos reaccionaron casi de inmediato, lo que aún no han conseguido hacer algunas de las autoridades de las zonas afectadas por las inundaciones... Suele ocurrir que la sociedad civil siempre está un paso por delante de todo lo demás, y ejemplos tenemos muchos, pero en momentos como los vividos se nota aún más.

Parecía una paradoja, por cierto, que apenas unas horas después de la catástrofe, regiones como el País Valenciano, por ejemplo, contara con un destacado expositor en la World Travel Market de Londres. No hubo autoridades políticas, lógico, pero allí estuvieron, haciendo de tripas corazón, empresarios, técnicos y profesionales del sector, además trabajando convencidos de que una de las palancas de apoyo para salir de la ruina en la que la Dana nos ha sumido, especialmente en el Levante patrio, es el segmento turístico, de gran influencia en la que es la cuarta economía de este país. Y curioso resulta que en la feria londinense, en la zona de España, por primera vez se oyera con cierta fuerza un término tan populista como excluyente: turismofobia. No nos equivoquemos ( y en Málaga, parece, interesados 'haylos'...), que con las cosas de comer no se juega. Pero terminemos como quería esta rotonda: orgullosos de este país, orgullosos de nuestros compatriotas.