Martes, 10 de diciembre 2024, 01:00
El emplazamiento de Carles Puigdemont al presidente Pedro Sánchez para que se someta a una cuestión de confianza parece el enésimo órdago del líder de Junts al Gobierno central, a la espera de que surta algún efecto en las negociaciones que los posconvergentes aspiran a ... escenificar al margen de la Generalitat catalana y de ERC. De hecho, sería razonable que la Mesa del Congreso no admitiese a trámite la proposición presentada por Junts para que la Cámara baja debata sobre si el presidente debe o no someterse a una cuestión de confianza. Puigdemont se lo requirió ayer porque, al parecer, ni él ni su partido confían en Sánchez. Pero la naturaleza de esa desconfianza no puede sustanciarse parlamentariamente del modo propuesto. Si acaso Junts tendría que convertirla en una retirada total o puntual de su apoyo legislativo, o en la promoción de una moción de censura. La cuestión de confianza es el mecanismo por el que el Consejo de Ministros y su presidente emplazan a los integrantes del Congreso a ratificar el apoyo ofrecido en la investidura o a retirarla. Pero sin que esta última eventualidad derive necesariamente en la dimisión de quien no se revalide con la mayoría simple del Congreso. Lo que si acaso convertiría esa figura reglamentaria en una cuestión de honor político. Es posible que, en medio de las deliberaciones en Junts sobre cómo hacer notar su insobornable disposición, alguien sugiriese que dado que no pueden secundar una moción de censura positiva cuyo candidato sería Alberto Núñez Feijóo, les quedaría la suerte de insistir en que ni Sánchez ni Illa cumplen lo prometido.
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A primera vista, la ocurrencia independentista no debería quitar el sueño a Sánchez y al PSOE, porque no se materializará en nada. Solo que el dislate cuestiona frontalmente la presunta existencia de una mayoría y de progreso al frente del país. La estabilidad del Gobierno no se basa ya en la investidura de Pedro Sánchez tras las elecciones de julio de 2023, sino en la inexistencia de una alianza coherente capaz de llevar adelante una moción de censura. Es esto último lo que permite a los socios renuentes continuar bailándole el agua al presidente, mientras tensan intermitentemente las relaciones con el Gobierno reclamando un lugar propio sobre el escenario. Hasta dar lugar a una situación que resta solvencia a las instituciones, en tanto que son administradas por una minoría de arrastre.
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