Las imágenes dicen mucho, pero no lo explican todo. Sabemos que en la frontera de Nador con Melilla hubo una masacre (con cifras que van, desde los 23 fallecidos reconocidos por la autoridades de Marruecos a los 37 que denuncian las organizaciones de defensa de ... los derechos humanos). Es evidente que hubo un violento asalto al vallado fronterizo de casi 2000 inmigrantes, desesperados por la falta de agua, comida, y sobre todo, de esperanzas. ¿Puede haber mafias detrás de estos asaltos organizados? Sin lugar a dudas siempre habrá miserables que aprovechen el dolor ajeno, pero simplificar de esta forma el problema, junto a la falta de rigor, denota falta de tacto humano, que es lo que demostró el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Ante preguntas sobre este suceso, felicita a la policía de Marruecos por su actuación, y considera la operación de «bien resuelta». Los muertos, sus familias, no merecieron comentario alguno del jefe del Ejecutivo español. Hubo que esperar a que, tras la indignación de una parte de la opinión pública, algunos ministros comenzaran a lamentar la pérdida de vidas humanas. No creo que Sánchez (ni nadie decente) pueda permanecer impasible ante tanto sufrimiento, pero parece que, entre sus prioridades, estaba «brillar» con luz propia en la Cumbre de la OTAN, y esta cuestión le incomodaba. Y ahí está la cuestión. En un Estado de Derecho, la prioridad siempre debe estar del lado de los derechos humanos. Tengo muy claro que deben existir controles, política migratoria y que hay que responder con proporción a cualquier asalto violento, pero siempre desde la legalidad en tu lado de la frontera, y sin mirar a otro lado respecto a la otra parte del vallado, cuando se patea la dignidad de seres humanos desesperados. No estará todo tan «bien resuelto» cuando la Fiscalía General del Estado ha iniciado investigaciones debido a «la trascendencia y gravedad de los hechos acaecidos, que pudieran afectar a los derechos humanos y los derechos fundamentales de las personas». Hay que saber si las muertes han sido producidas por caídas, avalanchas o a la acción u omisión de las fuerzas de seguridad del país vecino. Y hay que condenar la evidencia, el trato denigrantes de seres humanos tirados como sacos y amontonados unos encima de otros. A esta exigencia de luz sobre lo sucedido se une el Defensor del Pueblo, el Comité de la ONU para la Protección de los Trabajadores Migrantes y sus Familias, y la propia UE. Un serio indicio de que algo quiere ocultar el gobierno de Marruecos, es el intento de celeridad para sepultar a las víctimas sin identificación y estudio de las causas de estas muertes. Y alguna explicación tendrá que dar las autoridades de Rabat sobre la falta de acción para evitar esta ratonera mortal de miles de personas, cuando es evidente que conocía de antemano esta aproximación hacía la valla fronteriza. ¿Buscaban más presión a España, y se han pasado? ¿No le basta la indigna cesión del gobierno español a sus chantajes y la traición al pueblo saharaui? Algún día el PSOE tendrá que explicar su tradicional permisividad ante la corrupta monarquía alauita. No hay derechos humanos de primera y de segunda.
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